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Los 101 años de Sansinena en la visión de una hija nativa Imprimir
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Jueves, 08 de Abril de 2010 07:33

En épocas de vertiginosidad y aceleración, se olvidan muchas veces las cosas más importantes, como el hecho de acordarnos de dónde venimos. Sansinena cumplió 101 años y lo festejó a lo grande. Sea bienvenido a la fiesta, y disfrute.

 

    El olor a tierra mojada, las calles casi desiertas y las casas sencillas y bien cuidadas llaman la atención al visitante urbano. El paisaje habla con sus edificios muertos y aquellos que han sido revividos por una historia que late, que palpita en el aire, condensada en los testimonios y las miradas de sus habitantes.
Sansinena, un pueblo rural por excelencia que llegó a tener casi 3000 habitantes, hoy sólo cobija bajo su cielo colosal cerca de 350. Víctima, como muchos pueblos, del desmantelamiento del sistema ferroviario-fuente de vida y comercio-, de los vaivenes económicos que fueron aniquilando la vida industrial, y de las inundaciones, los pobladores del lugar no bajan los brazos, y bajo el grito de “Sansinena existe, venga y disfrute”, resisten el olvido desde varios frentes.

Arriba el telón

    El viernes 26 de marzo de 2010 Sansinena se preparaba para ser testigo de un evento especial que ya había presenciado el año anterior en el Centenario: la obra de teatro “Por los caminos de mi pueblo”...
Detrás de bambalinas
Respiraciones agitadas, saltitos de nerviosismo y espiadas detrás del telón componían el backstage de la obra que estaba por salir a escena. Mujeres, hombres y niños conformaban una conjunción de movimientos acelerados, expectativa y sudores que no podían esperar un minuto más; pañuelos negros, polleras largas, labios rojos y bombachas de gaucho eran parte del show. María Emilia de la Iglesia, la directora y entusiasmadora general del Grupo de Teatro Popular de Sansinena corría de un lado al otro tratando de solucionar las peripecias que inevitablemente se presentan en la producción de una obra teatral que se hace a pulmón. Pero afortunadamente, como esas cosas que siempre fluyen de modo natural, todo estaba listo para comenzar; infundiendo ánimos, guió a los actores en un breve calentamiento del cuerpo e instauró así el espíritu de trabajo que siempre ha caracterizado al grupo: la satisfacción de poder contar su propia historia...
El público ubicado frente a la estación del ex ferrocarril oeste que funcionaba de escenario, componía un tumulto respetuoso y heterogéneo que aglutinaba habitantes de Sansinena, como también de otros pueblos que habían venido especialmente a ver la función. Cerca de 800 personas que debajo de un cielo estrellado y mágico, rodeadas de campo, envueltas en una brisa templada, observaban el lienzo negro que escondía a los vecinos-actores y la pantalla para  diapositivas que acompañaría con imágenes   toda la obra.

Aplausos, risas y llantos

    Por los caminos de mi pueblo” es una obra de creación colectiva, por lo que las escenas están armadas en base a testimonios de vecinos que aportaron su experiencia y conocimiento. Allí se cuenta la historia del pueblo, con los momentos más importantes que marcaron el devenir del presente. Esos hechos fundamentales son los hilos que entretejen una memoria compartida, un pasado en común, un relato de vivencias que despiertan en el habitante de Sansinena un sentimiento fuerte de identificación, porque ésa es su historia, su vida, la de sus padres y abuelos.
    La historia comienza con la repartija de tierras, la subasta de terrenos y el traspaso de unas manos a otras de lo que tiempo después sería Sansinena. La obra realiza un homenaje a los personajes del pueblo que hicieron historia, se sumerge en la problemática de los inmigrantes que llegaron a “hacerse la América”, introduce situaciones cotidianas del pueblo como el cumpleaños de la abuela, el drama de las inundaciones del año 2001, y destaca las problemáticas históricas que sufre el pueblo, como el mejorado y tendido de caminos.
  El efecto en el público fue impresionante, risas y llantos acompañaron toda la obra. En la escena de las inundaciones algunos lloraban como recordando ese momento trágico para el pueblo. La obra culminó con aplausos y felicitaciones; los actores, emocionados, saludaban y gritaban a coro “¡Sansinena, Sansinena!”... otra vez más, la magia del teatro logró convocar a personas de distintos pagos y reunirlas por medio del arte. Y en este caso, un arte que daba cuenta de sus historias como personas y como pueblo.

La fiesta

    El 27 de marzo de 2010, en el cumpleaños número 101 de Sansinena, todo era bullicio y expectativa. Los vecinos iban y venían trayendo y llevando todo lo necesario para que esa noche sea perfecta. El mate daba vueltas siendo testigo de comentarios, charlas e ilusiones mezcladas en un todo compacto. Sin discreciones a la hora de colaborar, todo el pueblo era parte de esta fiesta en la que se incluía la inauguración del Museo Antonio Bertino -preparado especialmente por Edith Bello-, un despliegue de actuaciones de patinaje y baile, y una cantina bien dispuesta con choripán y papas fritas. El evento contó con la presencia del Intendente Sergio Omar Buil y otras autoridades del Partido, se leyeron saludos desde diversas partes de la Provincia y de más allá también.
    La fiesta siguió con varios espectáculos de folklore; y la cena preparada por la gente del pueblo. Dos grupos musicales se hicieron presentes aportándole música y baile a la jornada. Luego se realizó un emotivo homenaje a algunos adultos mayores reconocidos del pueblo; se proyectó un video que mostraba imágenes de la vida de cada uno de ellos, contaba su historia y resaltaba su situación actual. Cada mención era acompañada por el público con ovaciones y cánticos. La noche se fue cerrando así, entre baile, mate y aplausos, debajo de un mar de estrellas. El cumpleaños de Sansinena estaba llegando a su fin, dejando detrás una estela de hermosos recuerdos, un día más en que este pueblo reafirmaba el sentimiento de amor y dedicación para con su pueblo querido.

Por Clarisa Fernández
Lic. en Comunicación Social. Investigadora del CONICET, especialista en teatro comunitario e identidad.

 

 

 

 

Los 101 años de Sansinena en la visión de una hija nativa