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Desastrosa política energética y cortes de luz Imprimir
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Domingo, 22 de Marzo de 2015 17:11
En materia de infraestructura, todo error se paga, y mucho más los que son cometidos por un mal gobierno a lo largo de 12 años
 
Con las altas temperaturas de marzo se multiplicaron los cortes de energía en amplias zonas de la región metropolitana y del país. No han sido casos accidentales sino previsibles en un sistema eléctrico que ha sufrido la insuficiencia de inversiones durante los últimos 13 años.
 
Aunque el Gobierno lo niegue, hay un claro déficit de capacidad de generación y no sólo un deterioro en las redes de distribución. La ruptura de las reglas de funcionamiento del sector eléctrico en el año 2002, en el marco de la emergencia económica, se perpetuó sin que hubiera más justificación que evitar medidas antipopulares. Se congelaron las tarifas mientras se produjo una fuerte devaluación y se acumuló una inflación del orden del mil por ciento. De esta forma se destruyó la ecuación económica de las empresas en toda la cadena del sector eléctrico.
 
Por otro lado, ese abaratamiento relativo de los precios de la electricidad exacerbó su consumo. Se multiplicó el uso de acondicionadores de aire y de otros artefactos eléctricos y se descuidaron las prácticas de ahorro de energía. Se produjo así una tenaza al limitarse la oferta y potenciarse la demanda. Como siempre les ocurre en estas circunstancias a los gobiernos intervencionistas, la salida fue el racionamiento. En el caso de la electricidad, el instrumento es el corte de luz.
 
Está demostrada la inefectividad de las campañas publicitarias oficiales para reducir los consumos. La elección de cada individuo o familia, salvo alguna excepción sin importancia estadística, se realiza en función de sus opciones de costo-bienestar. Si la electricidad es barata se la usará más intensamente de lo que hubiera sido de otra forma. Se expanden fuertemente el aire acondicionado y otros empleos electrodomésticos. Esto sucederá independientemente del aumento del nivel de ingresos, aunque éste también influya. En economía se distinguen dos tipos de efectos sobre las cantidades demandadas: uno es el de los precios y el otro es el de los ingresos de los consumidores.
 
Es falaz la excusa del Gobierno, que para justificar los cortes afirma que son una consecuencia no querida de un acelerado crecimiento de la Argentina. Este argumento queda desvirtuado después de dos años de recesión. Es por ello que ahora el ministro Julio De Vido se esfuerza por afirmar que no hay un problema de oferta y demanda, sino fallas en la distribución. A esto agrega que la culpa es de las empresas concesionarias que incumplen sus obligaciones contractuales. Nada dice el ministro del retraso tarifario y de las consecuentes pérdidas ocasionadas a las empresas distribuidoras. Poco se sabe que éstas dejan de pagar la energía y acumulan una deuda con Cammesa que debe ser compensada recurrentemente por el gobierno nacional mediante distintos arbitrios. Debe entenderse que ninguna actividad empresarial que requiera inversiones de larga maduración puede hacerlas si depende de medidas extraordinarias para solventar sus pérdidas.
 
Nuestro diario consignó días atrás en sus páginas que confirma que, desde el Ministerio de Planificación Federal, ha habido contactos con Edenor y Edesur para que hagan cortes selectivos a clientes y barrios de alta demanda. Desde ese mismo ministerio hubo llamadas a importantes empresas industriales para que reduzcan sus demandas de energía en horas pico y en días de elevadas temperaturas. Estas comunicaciones no se reconocen y se evita a toda costa dar ninguna señal que delate el problema de falta de reservas de generación.
 
Oficialmente, se afirma que después de la puesta en régimen de la central de Atucha II el sistema está en condiciones de responder a un pico de demanda de 26.000 MW. Esta potencia superaría en alrededor de un 8 por ciento el máximo de esta temporada veraniega; sin embargo, esto no tiene en cuenta que siempre una parte del parque de generación no es utilizable por tareas de mantenimiento, reparaciones imprevistas o logística de combustible. De hecho, últimamente dejaron de operar cuatro turbinas de Yacyretá en momentos de abundancia de caudal del Paraná. La central nuclear de Río Tercero debe ser detenida para un mantenimiento programado. Otras centrales térmicas son obsoletas y costosas, y sólo se justifican como reserva fría. En cualquier sistema seguro la norma establece la necesidad de un exceso de potencia en reserva de no menos del 20 por ciento. En el año 2002 esa reserva alcanzaba al 25 por ciento y es por ello que después de 13 años el sistema aún no ha colapsado, aunque hoy ya no permita evitar cortes por insuficiencia de generación.
 
La crisis del sector eléctrico es un capítulo dentro del grave problema energético. Las erradas políticas teñidas de populismo e irresponsabilidad produjeron la pérdida del autoabastecimiento petrolero y gasífero. La importación creciente de gas natural licuado a muy altos precios no sólo ha impactado en el balance comercial, sino que ha exigido utilizar combustibles líquidos en las centrales térmicas adecuadas al uso más eficiente y económico del gas natural. El mayor costo de estos dislates cae sobre los usuarios, que deben sufrir el mal servicio o apelar a grupos electrógenos individuales. O lo deben pagar los contribuyentes, mediante subsidios, y los castigados ciudadanos, a través del impuesto inflacionario. Todo error se paga, particularmente los de un mal gobierno. La reorientación de estas nefastas políticas es posible y será necesaria. Es un desafío para el próximo gobierno hacer viable ese camino en un contexto de confianza que aporte las compensaciones económicas y sociales requeridas para medidas correctivas duras, pero inevitables.
 
 Desastrosa política energética y cortes de luz