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La historia de Robledo Puch, el "ángel de la muerte" Imprimir
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Domingo, 30 de Agosto de 2015 17:05
Por Fernanda Jara 
 
Mató sin piedad a once personas en varios raids delictivos. Fue el criminal más despiadado y violento del país. Cumple condena desde hace 43 años y ahora pide salir en libertad
 
Los periodistas de la época lo bautizaron "ángel de la muerte" por su aspecto aniñado y su rostro inocente enmarcado por unos rizos dorados similares a los de los oleos del Renacimiento. Pero se trataba del criminal serial más sanguinario de la historia argentina: cometió 36 delitos. Mató a 11 personas a sangre fría -a la mayoría de ellos mientras dormían-, cometió 17 robos y fue cómplice de dos violaciones. Fue detenido y llevado a juicio, y nunca mostró arrepentimiento. Sin dudas, eso es lo que vuelve aun más espeluznante su historia y también lo que lo convirtió en el único preso en el país que cumple una condena efectiva a cadena perpetua desde 1973.
 
La defensa de Carlos Robledo Puch pidió en 2009 su libertad para que pueda dejar el país. La Corte Suprema de Justicia lo rechazó y quizás -aunque no figure en sus alegatos- a la hora de fallar sus jueces hayan recordado que el día en que Carlos Robledo Puch fue condenado a prisión perpetua por tiempo indeterminado miró fijamente a los jueces y les dio su propia sentencia: "Cuando salga los voy a matar a todos". Eso sucedió hace más de 43 años.
 
"El ángel de la muerte" mató a sus victimas mientras dormían
 
Poco después de cumplir 19 años, Robledo Puch decidió que su manera de tener dinero "fácil" sería robando. Lo hizo y, sin mediar palabras, cada vez que alguien apareció en su camino no dudó en acribillarlo a sangre fría, por placer y sin importarle que sus victimas estuviesen durmiendo, ignorantes de su presencia. La mayoría de ellas eran trabajadores que oficiaban de serenos en los comercios que robó y otras dos habían sido violadas por Antonio Ibáñez, ex compañero de banco de la escuela y cómplice.
 
El 9 de mayo de 1971, la dupla Robledo-Ibáñez comenzó su accionar delictivo cuando robó en un comercio del centro de Vicente López. Asaltaron la caja fuerte y se llevaron un botín de $400.000 de entonces (poco más de $100 mil actuales), pero antes de escapar decidieron ver si había algo más de valor y se toparon con el encargado del local que dormía junto a su mujer y un bebé de meses.El "angel de la muerte" mató primero a José Bianchi y luego disparó a la mujer. Había comenzado a escribir su macabra historia.
 
Seis días después decidieron robar en un boliche de Olivos. Entraron por la ventana y se llevaron un botín de $350 mil de entonces. Buscando una salida se toparon con Manuel Godoy y Pedro Mastronardi, sereno y encargado respectivamente, que dormían sobre unas sillas. Otra vez sin dudarlo disparó con furia. Las crónicas policiales de aquellos años contaban que, cuando le preguntaron a Robledo por qué mataba a personas dormidas que ignoraban su presencia, solo respondió: "¿Querían que los despertara?"
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El 24 de mayo de 1971, la dupla criminal robó su máximo botín en un supermercado: $ 5 millones, lo que hoy sería $1.300.000. Juan Scattone, el sereno de 70 años, los descubre y sin dudarlo Puch le vacía el cargador encima. Felices con su logro, los delincuentes abren una botella de whisky y brindan sobre el cuerpo del anciano.
 
Virginia Rodríguez fue asesinada el 13 de junio de 1971 y se convirtió en la quinta víctima de Robledo Puch, tan solo por haberse cruzado en su camino mientras éste deambulaba junto a Ibáñez en un auto robado. A su amigo le gustó mucho y le pidió a Puch que fuese por ella -como una presa-. Este lo hizo, sin dudar la amenazó a punta de pistola y la subió al vehículo para llevarla a un descampado cercano donde Ibáñez la violó y golpeó salvajemente ante la fría mirada del "ángel". Le dió un beso y la dejó irse, pero cuando empezó a correr le ordenó a su socio que la matase. Las crónicas policiales consignan cinco disparos sobre el cuerpo de la joven modelo.
 
Once días después, los temibles psicópatas hicieron de Ana María Dinarco la sexta víctima. La secuestraron a la salida de un boliche de Vicente López con la intención de llevarla al mismo descampado y con los mismos propósitos. Ibáñez intentó violarla durante el traslado, pero como no pudo decidió tirarla del auto en movimiento y la mujer corrió semidesnuda por el costado de la Panamericana. La situación enojó a Puch y disparó con acierto siete tiros a su espalda. Luego se acercó al cadáver y le destrozó la mano de un último disparo.
 
A esta altura los delincuentes eran tan temidos como conocidos aunque sus caras no eran señaladas. Estuvieron inactivos por más de un mes y medio, tiempo en que, cuenta la crónica de aquellos años, comenzó a haber diferencias irreconciliables entre ellos. Una versión dice que Ibáñez comenzó a temerle y otra, que Robledo Puch estaba enamorado de su amigo y que sentía celos cada vez que violaba.
 
Esas diferencias le costaron la vida a Jorge Ibáñez que se convirtió en la séptima víctima de su propio amigo. Las hipótesis de ese crimen aseguran que Robledo subió a Ibáñez a un auto prestado, lo llevó a pasear por Avenida Cabildo y entró a una zona donde había una obra en construcción. Robledo impactó allí con total velocidad que Ibáñez quedó fatalmente herido. Cerciorándose de su estado le quitó los documentos y se fue caminando. El cuerpo de su cómplice fue encontrado varios días después. Al hablar de este hecho, Robledo dijo que "solo se trató de un accidente".
 
Luego de matar a Ibáñez, el ya asesino serial estuvo un tiempo sin delinquir, pero sus deseos de dinero fácil lo vencieron. Héctor José Somoza fue su nuevo socio y debutaron como dupla asesina el 15 de noviembre de 1971 cuando mataron a Raúl Belbene, el sereno de un supermercado de Boulogne. Al llegar a la caja vieron que estaba vacía, lo que desesperó a Somoza y lo llevó a romper todo a su paso. Esa falla enojó a Robledo y dos días después decidió dar otro golpe. Asaltaron una agencia de autos en Olivos donde dormía el sereno Juan Carlos Rosas, a quien acribilló por la espalda y fue de inmediato a robar la caja, que otra vez encontró vacía. El enojo de Robledo se volvió contra su nuevo cómplice.
 
 
 
Descontento por tener las manos vacías, la dupla decide dar otro golpe que se lleva la vida de Serapio Ferrini. El 25 de noviembre de 1971 roban en una concesionaria de autos y encuentran más de medio millón de pesos de la época. En febrero del año siguiente Robledo vuelve a robar, esa vez fue una ferretería donde una de las victimas fatales fue el encargado del comercio, Manuel Acevedo. En la nueva modalidad de robo, la pareja utilizaba un soplete para abrir cajas fuertes, elemento con el que Robledo quema a su cómplice porque este lo habría asustado. Se cree que el enojo por los robos fallidos hizo de Héctor Somoza otra victima del asesino de rizos dorados.
 
En su confesión, Robledo Puch dijo que Somoza quiso hacerle "una broma" abrazándolo por la espalda como fingiendo que lo habían atrapado. "Me asusté y al darme vuelta le quemé la cara con el soplete". Luego le disparó dos balazos a quemarropa.
 
Carlos Robledo Puch fue detenido ese mismo año y luego de pasar por varios penales fue trasladado al penal de máxima seguridad de Sierra Chica. En 1977 pidió que lo trasladasen al pabellón de homosexuales donde aún permanece.
 
Siete años después de haber sido detenido y de declararse inocente de todos los crímenes, la Sala I de la Cámara Penal de San Isidro condenó a Robledo Puch a prisión perpetua más la pena accesoria de reclusión por tiempo indeterminado al encontrarlo responsable de 36 delitos, entre ellos 11 asesinatos. Años más tarde, la misma Sala rechazó un pedido de libertad condicional de la defensa. Los jueces escribieron en el fallo que "jamás quiso estudiar" durante el tiempo que llevaba en reclusión y que "nunca se mostró arrepentido de sus crímenes". Además, los informes psiquiátricos revelaron que el "ángel de la muerte" tiene una personalidad perversa con altas dosis de agresividad contenida, Un asesino en potencia.
La historia de Robledo Puch, el