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Mesa chica o entorno, la puja palaciega por el reparto de poder que delegó Mauricio Macri Imprimir
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Domingo, 26 de Marzo de 2017 18:11
Por Roman Lejtman 
 
Frente a la caída de la imagen presidencial y el avance del sindicalismo y el kirchnerismo duro, crecen los cuestionamientos desde importantes miembros de Cambiemos al método de círculo cerrado que instauró el Presidente
 
Marcos Peña, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta son los protagonistas exclusivos de la mesa chica que convoca Mauricio Macri para analizar la gestión del gobierno, proponer tácticas políticas y diseñar estrategias electorales. Es un círculo cerrado que permite el ingreso de Jaime Durán Barba, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, desplegados para pensar acciones de marketing político y ejecutar la hoja de ruta que diseñó Macri hasta los comicios de octubre. Esta distribución de poder es cuestionada adentro y afuera de la Casa Rosada, frente a la caída de la imagen presidencial y la incapacidad de contener el avance de la corporación sindical y el crecimiento de la imagen de Cristina Fernández.
 
Los críticos al sistema Mesa Chica no disputan la confianza que Macri depositó en Peña, Vidal y Rodriguez Larreta. Y menos todavía la capacidad que esta troika tiene para descifrar los estados de ánimo del Presidente y sus necesidades políticas. El cuestionamiento no es personal, sino de método: evalúan que es un círculo cerrado, con escasos matices, que no permite abrir un debate en la cúspide del poder y que bloquea la crítica puntual a los errores de gestión presidencial.
 
Afuera de la mesa chica, por estricto orden institucional, están Gabriela Michetti, Federico Pinedo, Emilio Monzó, Rogelio Frigerio, Patricia Bullrich, Hernán Lombardi, Nicolás Massot, Mario Negri, Elisa Carrió y Ernesto Sanz. Todos cuestionan al sistema Mesa Chica, todos han planteado a Macri su reserva con el modelo elegido y todos han fracaso en su intento de cambiar la metodología presidencial.
 
"Conozco las quejas, y no las entiendo", aseguró un funcionario que vive a la sombra del Presidente.
 
—¿No les preocupa?, preguntó Infobae.
—No. Es el Jefe de Gabinete, la gobernadora de la Provincia y el jefe de gobierno porteño. ¿Quién los puede cuestionar?
—No cuestionan a los miembros de la mesa chica, critican su metodología.
—La eligió Macri. Además, el Presidente escucha a todos…
—Sí. Pero más a Peña, Vidal y Rodríguez Larreta.
—Eso es cierto. Pero es el Presidente.
 
Afuera de la mesa chica, sin importar color político, sexo o religión, las críticas caen inexorables. Cuestionan la escasa capacidad para manejar el affaire del Correo, la decisión de modificar las jubilaciones, el plan de cuotas transparentes que afecto el consumo, la manera de tratar el caso Avianca, las renuncias de Alfonso Prat Gay y Carlos Melconian, la participación de Macri en el programa de Mirtha Legrand, el impacto político de la marcha docente, la inestabilidad de la relación política con los Gordos de la CGT y la escasa picardía para exhibir la gestión del gobierno.
 
"Están cerrados, no escuchan razones. Se creen iluminados", comentó un cuadro político que está afuera de la mesa chica.
 
—Decidió Macri- planteó Infobae.
—Lo sé. Y tiene derecho. La culpa es de los otros…
—No entiendo.
—Peña, Vidal y Rodríguez Larreta tienen que abrir el juego. Hay mucha gente que piensa diferente y que igual banca el proyecto Cambiemos. El Presidente está cómodo con ellos, y está bien. Pero hay problemas, y no se arreglan discutiendo planes en la zona de confort. La política no funciona de esa manera.
 
Por ahora, el combate interno es como una pequeña guerra de guerrilla. Un ministro cuestiona en público a Rodríguez Larreta por los piquetes, otro no concurre a un acto del PRO convocado por los referentes de la mesa chica. Y así todos días, en un juego sutil, que da suma cero: Peña, Vidal y Rodriguez Larreta, siguen sentados adentro. Y el resto, afuera.
 
Todos los presidentes tuvieron su mesa chica, y algunos se caracterizaron por la aparición abrupta de un entorno, que se apropiaba del poder y ejercía en nombre del jefe de Estado. La diferencia política entre ambos conceptos no está en la calidad institucional de sus protagonistas, ni en su formación académica. La diferencia está en el resultado de la gestión, en la acumulación o pérdida de poder.
 
Ante una derrota electoral o una crisis de representatividad, la mesa chica muta a Entorno, frente a todos los críticos que pretendieron acercar su propia silla y fueron repelidos. En estos casos, el Presidente jamás recupera la vertical, ni el tiempo perdido.
 
 
 Mesa chica o entorno, la puja palaciega por el reparto de poder que delegó Mauricio Macri