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El milagro de riqueza, bienestar y progreso que produjo el paro general del jueves 6 Imprimir
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Viernes, 07 de Abril de 2017 23:07
Por Alfredo Serra
 
Hoy, viernes 7, en país amaneció envuelto en un prodigioso manto que acabó con todas nuestras carencias y penurias. Un paro más, y el mundo será nuestro…
 
Hoy, 7 de abril del Año de Gracia de 2017, la Argentina amaneció ungida por los óleos sagrados de un milagro.
 
Después de un jueves de infinita quietud aparente –la fantástica maquinaria puesta en marcha no emite sonido alguno–, se sucedieron, en avalancha, hechos tan extraños como benéficos y sanadores.
 
He de revelarlos aquí…
 
Desde el amanecer, émulos de un tal López, el Señor de los Bolsos, dejaron bolsos similares, pero más grandes, en la puerta de los Bancos Nación y Central, y en las escalinatas del Ministerio de Economía. Contenían una fortuna que ni en la cueva de Alí Babá…
 
 
Y una carta ológrafa enviada más tarde a los medios y a las redes sociales. Decía así: "Nosotros, los corruptos, por propia voluntad, hemos decidido devolver hasta el último peso, dólar, euro, moneda de oro, etcétera, mal habido durante nuestras gestiones. No es todo. Sin esperar las sentencias judiciales –¡tan lentas!– marcharemos hacia los distintos penales para ocupar las celdas que nos asignen. Y sin privilegios: ni tevé, ni celulares, de menú VIP".
 
Mientras tanto, en la 9 de Julio 7 en las autopistas de entrada a la ciudad, se encendieron enormes hogueras. Ardían los palos, las capuchas, los atuendos de terroristas islámicos, y toda forma de agresión. Además, sus protagonistas se despojaron de las miles de piedras que suelen usar contra la policía…
 
Y también dejaron una carta: "Somos los muchachos piqueteros. Comprendemos cuanto mal hemos hecho, pero llegó la hora del arrepentimiento. Nunca más una calle cortada. Además, renunciamos a los planes sociales. Hemos comprendido que sólo el trabajo honrado dignifica, y desde hoy lo buscaremos. Perdón por las molestias…".
 
En verdad, no les costará trabajo. Porque desde las primeras horas de la mañana no dan abasto los teléfonos de todos los organismos comerciales y financieros del país. ¿Qué sucede? De pronto, un centenar (y en aumento…) de empresas extranjeras de primera línea, claman por invertir fortunas en esta tierra de promisión. Pero pronto. ¡Ya! Y desde luego, anuncian que necesitarán ejércitos de manos de obra…
 
A pesar de ser viernes –bien podían descansar el fin de semana–, abrieron todas escuelas de la Nación, de norte a sur y de este a oeste. ¡Con asistencia perfecta de alumnos y maestros!
 
Los primeros acataron con alegría la promesa de cumplir no 180… ¡250 días de clase, para emular a los países asiáticos! Los dirigentes de la infinita huelga han desaparecido de la escena, pero fuentes bien informadas aseguran que preparan una solicitada con sugestivo título: "Mea culpa".
 
Al mismo tiempo, un altísimo porcentaje de maestros ha hecho algo parecido. Por las redes sociales se lee: "Nunca más faltaremos. Nunca más especularemos pidiendo licencias médicas truchas. Si es necesario, trabajaremos en las vacaciones para capacitarnos. Que la luz de Sarmiento nos ilumine".
 
Y nada menos sucede en el campo de la dirigencia gremial. Sus más altos y eternizados jefes, en reunión cumbre, decidieron dar por tierra con el baldón que los señala como "Los Gordos". Harán sacrificadas dietas para reducir sus prominentes panzas. Eso, en el plano físico. Pero en el plano metafórico, juraron reducir sus enormes fortunas para destinarlas a los pobres… Y los más jóvenes, a trabajar en esos oficios que olvidaron hace décadas.
 
Pero repartir ese dinero entre los pobres no tendrá sentido…, porque el viernes 7 de abril –récord del milagro–, el índice de pobreza llego a… ¡¡¡cero!!! Y créase o no (believe it or not: bilingüe para que lo entienda todo el planeta)… también la inflación llegó a cero. Ni Noruega…
 
Y hay más noticias angélicas.
Los jueces prometieron sentencias ejemplares, y la velocidad del relámpago.
 
Los dineros prometidos para reparar el déficit de viviendas –muchos desaparecieron como por arte de birliborloque–, formando una enorme nube, acabaron con esa deuda: hasta los más pobres viven en casas modelos.
 
Los ranchos y la falta de cloacas son un negro pasado que ni siquiera figurará en los libros de historia ni de sociología.
 
¡Bajaron los impuestos! Los mismos encargados de cobrarlos confesaron: "Basta de pescar en el zoológico y de pescar en un barril".
 
Basta de la pesadilla de ir a Chile para comprar productos más baratos: las fuertes rebajas exhibidas esta mañana eliminan esas caravanas. En todo caso, si quieren y con menos esfuerzo, que vayan a los maravillosos balnearios del Pacífico… cuando se aburran de tanto Miami.
 
Y como dorado remate, esta misma mañana se anunciarán cosechas récord para alimentar a todo el planeta, y un aluvión de petróleo, gas y electricidad para derrochar a gusto en el mercado local, y exportar a troche y moche.
 
No se puede pedir más. Pero sería injusto –aunque un poco soberbio– no comentar que, también esta mañana, el tesoro del Banco Central empató con el de USA. Y según lo que haga Trump, tal vez le ganemos…
 
Ya ven, incrédulos, escépticos, vendepatrias, cipayos, qué inmenso valor tiene un paro general.
 
¿Qué dicen? ¿Qué el país perdió 16 mil millones?
No hay caso: Dios ciega a los que quiere perder.
Chicos: ¡esa cifra, desde el viernes 7, es una propina!
 
Breve plegaria. Dado el milagro producido por este, el paro general número 40 desde que fue recuperada la democracia, ¡intentemos otro! Así dominaremos el mundo, y algún día, todos los planetas habitables.
 
Que así sea.
 
 
 
 El milagro de riqueza, bienestar y progreso que produjo el paro general del jueves 6