Ud. está aqui:   Inicio Opinión Columnas

Buscá en el Archivo de MasterNews

Más allá de las inundaciones Imprimir
Usar puntuación: / 3
MaloBueno 
Miércoles, 10 de Mayo de 2017 10:01
Por Luciano Laserre *
 
Nos encontramos hoy, en la región, sujetos a dudas existenciales y nos realizamos preguntas que contienen un carácter, por decir, filosófico, en relación a la cuestión de la naturaleza. Debatimos acerca de qué hemos hecho para merecer todo lo que ahora se nos aparece como consecuencia. 
 
El "se nos viene el agua" aparece como tema recurrente de conversación y como motivo para sostener algún debate hídrico, político, de qué hacer con ella. Aunque todo lo que se diga quizás es en vano, ya que la cuestión nos excede a nosotros, los rivadavienses, por completo, y donde aparece la burocracia del Estado y su especial "tiempo cronológico", que siempre es más grande que el "tiempo de necesidad".
 
Sin embargo, la cuestión va más allá de las posibles resoluciones que se puedan dar, y si en realidad se ansía modificar el tema a largo plazo, conviene preguntarnos: ¿qué hemos hecho nosotros, ahora como sociedad, para merecer esto? ¿En qué momento se extraviaron los días de verano, en el verano, así como aquellas heladas propias del frío invierno?
 
En gran medida, esto que sucede hoy en América ha hecho replantearnos el modo en que tratamos a la naturaleza en los tiempos actuales. Siglos atrás, era ella quien azotaba el deseo de supervivencia del ser humano. Ahora, es el ser humano el portante de la licencia para conducirla, por los caminos que desde el comienzo de la Revolución Industrial, allá por finales del siglo XVIII, no han sido otros que tratarla como caja de recursos ilimitada, como "stock" de productos muy parecida en este sentido a cualquier lugar de compras.
 
Ha llegado un tiempo en que nó nos importa nada de ella. Vemos la tierra, como simple máquina creadora de cereales y proveedora de recursos energéticos. Observamos bosques, y en realidad contemplamos un manantial de madera ya disponible para su venta.
 
Aquí no se propone ver a la naturaleza como en los tiempos de la Edad Antigüa, en la que el hombre dialogaba, pactaba con los Dioses para escapar del sentimiento de impotencia hacia ella. Donde el extraer algo de la tierra, se consideraba similar al de un "parto", ya que se le quitaba algo esencial e interno a su "vientre". Donde el hombre, al tallar una piedra, entonaba una melodía celestial con la cual consideraba extraerle a él, la esencia que Dios había colocado al crear el Mundo y todas las cosas.
 
Hoy, donde la tala de árboles es la actividad recreativa por excelencia en los bosques; donde no se toca la tierra a no ser para la extracción de minerales y petróleo; donde la basura es enterrada en lotes cituados a las afueras de Buenos Aires sin pensar en generaciones futuras (y hasta se han construido containers "especialmente sellados" con basura colocada dentro y luego lanzados al mar); hoy es necesario replantearnos todo esto que consideramos cotidiano, digno de una ética que afirmamos, es la mejor de la historia.
 
Hoy, es tiempo de cambiar nuestra moral y sentarnos más cerca del medio ambiente, escuchar sus reclamos. No obstante, se nos hace incómoda así como necesaria la siguiente pregunta: ¿de qué sirve que separemos la basura, si el país más contaminante de planeta se negó a reducir los niveles de emisión de monóxido de carbono, y demás gases tóxicos? Es hora de que los pastores del rebaño a nivel mundial, tomen cartas en el asunto, que firmen el acuerdo de paz con la naturaleza o intento de diálogo, conocido como "Protocolo de Kyoto".
 
Es tiempo de abandonar nuestra esperanza por la técnica, que esperamos al igual como se esperaba la salvación de Dios en el advenimiento del Apocalipsis y el final de los tiempos, la "salvación". Nuestra fe depositada en ella, solo nos convierte en sujetos pasivos esperando que se descubra algún invento que nos salve del efecto invernadero. Es así como, en numerosas ocasiones, aparece en la ciencia ficción, la idea de una burbuja por sobre la ciudad que nos separe del infierno.
 
Es necesario comenzar a tiempo, ya sea al menos cuestionando nuestro tratamiento hacia el medio ambiente. La llamada "ética de la responsabilidad" por el sociólogo Max Weber, la hemos perdido hace tiempo. Sin embargo es algo que podemos y debemos recuperar, y de esta forma quizás evitemos que nuestros nietos no se horrorizen al encontrarse con la herencia que le hemos de dejar.
 
* Luciano Lasserre, estudiante de Lic. en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires.
 Más allá de las inundaciones