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“No me siento segura ni adentro de mi casa” Imprimir
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Lunes, 11 de Diciembre de 2017 10:01
Micaela Cuta habló con El Diario y describió la amenaza constante que vive por la violencia de su expareja, Braian Carra. Desde amenazas hasta golpes y quemaduras, e incluso provocar que se quede sin trabajo.
 
“Iban 24 y ya ahora 25, 26... Son 27”. Micaela Cuta hace la cuenta y responde sobre la cantidad de denuncias que hizo contra Braian Carra por distintos episodios de violencia de género, que fueron desde amenazas por chat hasta quemaduras con el caño de escape de una moto. Casi 30 denuncias y ni las órdenes de restricción ni el botón antipánico (que lo tuvo que pedir) impidieron que el sábado intentara prender fuego la vivienda donde vive con sus hijos (que también son los hijos de Carra) y su mamá.
 
“Por falta de testigos, siempre queda en la nada. Las denuncias las hice en la Comisaría de Género y una de las últimas en una Fiscalía. Tenía un juicio y no se pudo hacer porque no tengo las suficientes pruebas. Porque las veces que me ha pegado estoy sola con él, o con los nenes o él me ha acusado a mi. O pregunto a la gente que vio y nadie quiere hablar”, le contó a El Diario en medio de los escombros del ataque.
 
Cada vez que la lesionó, las heridas (golpes, quemaduras, cortes) fueron constatadas por un médico policial. Pero le siguieron pidiendo testigos presenciales.
 
Incluso el año pasado la intentó apuñalar en la calle. ¿Cuál fue la respuesta de la Justicia? “Me llamaron, me pidieron que dijera donde había sido para buscar testigos pero no hay testigos. Entonces yo siento como que soy la loca que tiene ganas de cagarle a un pibe, y va y denuncia. Me dijeron que los testigos no pueden ser familiares, amigos o allegados, que tienen que ser personas que hayan visto lo que pasa. Y él la última vez llevó a la cuñada y a la vecina a declarar”, cuenta Micaela.
 
Hace dos meses hubo otro episodio donde intentó incendiar la habitación del fondo de la vivienda, donde vive. Y también la tiró de la moto cuando la cruzó yendo a un cajero. Lo máximo que había logrado eran restricciones de acercamiento (150, 200 y 300 metros) pero Carra las violaba sistemáticamente. “Cuando está acá, aprieto el botón antipánico y la policía llega rápido, pero él ya no está”, explica.
 
La relación comenzó cuando tenían 15 años. Hace cuatro que están separados, aunque ella hizo un intento por recomponer la relación y fue cuando quedó embarazada de la hija más chica, que hoy tiene 3 años. A los 5 meses de embarazo Carra la dejó internada tras una golpiza y Micaela decidió separarse definitivamente. Pero el infierno nunca terminó.
 
“El primer año que estuvimos en pareja no pasaba nada, pero después empezamos a tener problemas. Hubo un incendio en el 2010, viviendo en el barrio Río Atuel, que lo provocó él y dijo que fui yo. Que estaba loca y que vivo amenazando con el fuego, pero fue él. Yo tenía los dos nenes. Esa vez no hice denuncia porque él era el que estaba en la casa en ese momento, fue y arregló... no sé qué habrá hecho”, sigue contando.
 
Ella tiene sus sospechas porque Carra es de una familia de policías. “La mayoría de las veces lo detenían y salía. La última vez estuvo un mes y medio detenido. Pero lo sacan y siento que vuelve con más furia, porque después de esa última vez fue cuando me cortó la cara y me tiró de la moto. Vino con otros dos más y me rompió la moto”.
 
Todo esa cadena de violencia afecta incluso a los hijos (de 6, 5 y 3 años), con los que no sale de su casa. “No saben lo que es ir al parque, a tomar un helado al centro. Ellos conmigo no van, con mi mamá capaz un poquito pero están todo el tiempo con miedo. El nene este año empezó primer grado y se atrasó, no aprendió ni a leer ni a escribir. Pero es todo por lo que a él le pasó. El año pasado sufrió un abuso por un hermano del padre que tiene discapacidad, él sabía que no los podía llevar”, relata.
 
Carra hace casi dos años que no ve a los chicos. Micaela se los entregaba cuando él iba, pero el defensor de niños, Juan Pablo Meaca, le dijo que los chicos estaban siendo afectados por el clima de violencia y decidió no dárselos más. Los menores ahora piden por su abuelo paterno. Pero hace un mes intentó contactarlo y le respondió que “cuando menos los viera, mejor para él”, según cuenta.
 
Ella también llevó las denuncias al Ejército, para tratar de plantear la situación. La recibió un superior y la respuesta fue tajante: “me dijeron que no se podían meter en un problema de pareja”.
 
Micaela sabe que Carra había pedido un pase transitorio a Salta y que había conseguido autorización para irse a Salta el sábado a las 10 de la mañana, y cree que intenta usar eso como coartada para negar su responsabilidad en el incendio. “Hay vecinos que lo vieron dando vueltas por acá, y que vieron que estaba golpeando la puerta”, advierte, además de creer en lo que le cuenta su hijo, que vio a su padre “tirar un avión de papel prendido fuego al sillón”.
 
“Por más que haya una restricción, él está suelto. Él nunca hizo un tratamiento, mis hijos y yo hicimos tratamiento psicológicos. Cuando él me amenazaba y me decía que me iba a matar, que me iban a encontrar en un zanjón, yo pedía que me pusieran policías de custodia y nunca me pusieron. Yo quería otro tipo de seguridad porque no estoy segura adentro de mi casa”, insiste.
 
El acoso constante llegó al punto de dejarla sin trabajo. “Trabajaba en una casa de familia, me iba con el botón antipánico y él se me aparecía. Una de las últimas veces le dejó a la señora de la casa una bolsa de pan y una caja de preservativos, y le dijo que me diga que si necesitaba más que le avise. Me pidieron que no trabaje más ahí porque no querían tener problemas con él”.
 
Las amenazas se repetían por Facebook (donde creaba perfiles “truchos” para escribirle), por llamados, por mensajes... “Me llamaba y me decía que estaba loca. Que nunca puedo asumir una relación, que era una atorranta, que no puedo asumir que él estuviera con otras mujeres, que no servía como madre... Hace poco estuve en pareja y publicó en un grupo de ‘compra y venta’ que era una atorranta, que tenía relaciones con el fiscal... Si a mi me hubieran escuchado cuando hablé, esto no hubiera pasado”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fuente: El Diario
“No me siento segura ni adentro de mi casa”