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Los argentinos compran ropa y tecnología en Chile, pero también costumbres Imprimir
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Domingo, 21 de Enero de 2018 18:12
Muchos se vuelven fanáticos de las marcas que se consiguen allá y hasta adoptan palabras típicas del lenguaje trasandino.
 
Los argentinos están más familiarizados con Chile y sus costumbres. Cada año son más los que eligen como destino turístico las playas del Pacífico, sus lagos en el Sur y sus montañas, pero también sorprende ver como incorporan sus palabras y se vuelven fanáticos de sus productos, de marcas internacionales que no están en Argentina (como H&M) y maxi tiendas.
 
En los comercios de Santiago, así como en Viña del Mar, los turistas argentinos ya parecen locales: “¿Me vende un kilo de hallullas (piezas de pan redondo)? ¿A cuánto el manjar (dulce de leche)? O ¿Tiene leche desnatada para el cabro (descremada para el nene)?”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En los shoppings chilenos, la costumbre de los argentinos es ir a comprar con valijas. En la foto, los cordobeses Franco Luna, Francisco Fava, Ignacio Saab y Alejo Martí recorren el Marina Mall de Viña del Mar. 
 
Entre las costumbres que se imponen a la salida de la playa está “la once”, una mediatarde que es casi cena porque mezcla dulce con salado. En los balcones y terrazas de los departamentos de alquiler de las playas de Reñaca y Concón, las familias y amigos de argentinos tienen sus largas tertulias con quesos, jamón, tortas dulces, hallullas, café o té, marraqueta con palta, frutas, ensaladas y por qué no, un pisco como aperitivo.
 
Salir de compras en Chile es hacer un paseo por el mundo. Sus góndolas están repletas de productos importados (Chile tiene tratado de libre comercio con Europa, Estados Unidos, Sudeste Asiático, China, Canadá, México y otras tantas regiones). Otro divertimento de los cazadores de precios es buscar las ofertas de las grandes tiendas, como Falabella, Ripley, Paris o La Polar, que hacen verdaderos descuentos 2x1 y exponen productos de liquidación, que son un clásico de los visitantes argentinos.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Eduardo LIs y su esposa Maju Melpignano, junto a su pequeña hija Nina, compran en Santiago tras sus vacaciones en Tomé, al sur del país.
 
Los centros comerciales están repletos en un día lluvioso. Para evitar el "taco" (tránsito congestionado), los argentinos viajan hasta el "mall" (el shopping) o el outlet en las “liebres”, unos pequeños micros que transitan a toda velocidad y se escabullen entre los autos. El pasaje cuesta entre 300 y 400 pesos chilenos (alrededor de $ 10 argentinos) y es habitual que haya músicos callejeros animando a los pasajeros.
 
“Hace diez años que veníamos de vacaciones a Chile. Tiene lindos lugares, refresca por las noches y nos parece barato“, dice Noemí Ahuir (61), que viajó en auto desde Córdoba con su marido Carlos Kocian (58), su hija Ayelén y sus amigas Melisa y Carla. Tienen pensado seguir hacia el Norte, a la paradisíaca playa Bahía Inglesa. En Viña del Mar esta familia aprovechará el viaje para renovar el guardarropa y llevar algunos regalos. “Aunque este año subió el dólar para nosotros y se encareció, todavía conviene”, comenta Noemí.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Carlos Kocian y su esposa Noemí (a la izquierda) pasean por Valparaíso con su hija y amigas. "Aunque el dólar subió, comprar en Chile conviene", dicen. 
 
También reincidentes en sus vacaciones en la Quinta Región chilena, Arturo Maderna y María José Valdés Tietjen, un matrimonio de abogados de Rosario, junto a su hija Sol, pasean por Valparaíso como expertos conocedores de sus rincones. “Vinimos el año pasado y repetimos este verano. Pagamos cerca de 150 dólares la estadía en un apart hotel de calidad y en la compra de supermercado, por una semana, nos gastamos la mitad de lo que cuesta en Argentina”, describe María José.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En las góndolas chilenas, la botella de un litro y medio de agua mineral cuesta $18, un paquete de medio kilo de fideos $14, un yogur $5 y una Coca Cola de dos litros $32. La palta, el fruto estrella que es muy sabroso en estas tierras, está cara. Cuesta casi lo mismo o más que en Argentina: entre 90 y 120 pesos el kilo (3.000 o 4.000 pesos chilenos). En los puestos sobre la ruta 5, a la largo de toda la zona central de Chile, la palta de tamaño más pequeño puede conseguirse a mitad de precio.
 
Finalmente, el retorno a casa siempre es con las compras a cuestas. En la frontera con Mendoza, en el Paso Cristo Redentor, los autos argentinos siguen acarreando televisores de última generación, bicicletas y ropa deportiva, entre los productos preferidos y que están autorizados hasta cubrir la franquicia de 150 dólares por adulto por vía terrestre y de 300 dólares, si es por avión.
 
Los menores de 16 años tienen hasta 75 (auto) y 150 (avión) dólares permitidos, libres de impuestos. Puede sumarse el monto de la franquicia del grupo familiar y en caso de superar el monto autorizado, el turista que regresa al país debe pagar 50% de impuesto por el excedente.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Un grupo de turistas provenientes de Coronel Suárez compraba ropa en una tienda Zara de Viña del Mar.
 
Aún con el impuesto, sigue conviniendo traer algunos productos. Un TV LED de 55 pulgadas cuesta 300.000 pesos chilenos, que al cambio actual, equivale a $ 9.600 argentinos. Buscando precios, Alejo y Néstor Elts, hijo y padre, consiguieron en uno de los supermercados, un parlante multifunción por $ 1.200. Lo piensan estrenar en la playa a puro reggaetón.
 
Desde Chile. Enviada especial.
 
Los argentinos compran ropa y tecnología en Chile, pero también costumbres