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Hace 21 años asesinaban a José Luis Cabezas Imprimir
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Jueves, 25 de Enero de 2018 01:00
Por Fernanda Jara 
 
Su crimen fue un atentado directo a la libertad de información. Hoy, ninguno de sus asesinos está preso. Qué pasó el 25 de enero de 1997
 
Una bala de fuego quiso callarte y te hizo más grande, inolvidable (…) ¿Cómo se mata a un hombre? ¿Cómo se puede? ¿Cuándo se olvida a un hombre? ¿Cuándo se aprende? "Una bala de luz", canción de Guillermo Cantón, amigo de José Luis Cabezas, en su memoria.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Con Candela. La foto fue tomada por su amigo Guillermo Cantón en el quincho en el que solían reunirse a comer. José Luis la tenía colgada en su lugar de trabajo y fue la primera imagen en distribuirse a los medios
 
Veintiun largos años pasaron desde aquella infausta madrugada en la que un grupo mafioso le arrebató la vida a un trabajador de prensa de 35 años, padre de tres niños —Juan, Agustina y Candela—, hijo de José y Norma (un matrimonio de origen español), hermano compinche de Gladys, amigo risueño y destacado reportero gráfico que supo ver a través de su lente más allá de lo que muchos veían con sus ojos. José Luis Cabezas fue secuestrado, golpeado, esposado con las manos en la espalda y obligado a arrodillarse ante los cobardes que estaban enfrente. En esa posición le dispararon, dos proyectiles entraron en su cabeza. Luego colocaron su cuerpo en el interior del auto que antes manejaba y lo incendiaron con él adentro. El lugar elegido por la banda comandada por uno de los hombres más poderosos de los 90 fue una cava en General Madariaga, hecha 15 días antes. Su crimen puso de pie a todo el país y otras 70 naciones se solidarizaron para pedir justicia. Por primera vez en democracia se atentaba de tal manera contra un periodista y en consecuencia contra la libertad de información.
 
Vale repasar la historia. El 23 de agosto de 1995, el entonces ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, denunció ante la Cámara de Diputados negociados en el Correo y apuntó a una mafia que tenía respaldo del poder político. La exposición de Cavallo, junto a su gabinete completo, duró al menos seis horas. Ante ellos cuestionó tajante: "¿Quién es el señor Yabrán? ¡Nadie lo conoce! ¡Pero él sí va a conocer todas las pruebas que tenemos!". Debajo del puño enardecido que sacudía de un lado a otro había un sinfín de hojas y expedientes que daban letra a esas acusaciones.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
José Luis Cabezas tenía 35 años, tres hijos y una carrera destacada. Su crimen fue un claro atentado a la libertad de información
 
Al día siguiente todos los diarios titularon en primera plana: "Cavallo denunció una mafia enquistada en el poder". Meses después el economista fue separado del cargo, pero había logrado su cometido: el nombre de Alfredo Yabrán comenzó a estar hasta en las charlas de café. Todo el país se preguntaba por el enigmático empresario acusado de tener vínculos carnales con el presidente riojano. En 1997 no era fácil acceder a los datos de una persona (Google no existía, las primeras webs cobraban vida, los celulares con cámaras eran impensados). Fue así como la revista Noticias pidió una entrevista con el dueño de las múltiples firmas. Aceptó con la salvedad de que no hubiera fotos porque ni los servicios de inteligencia conocían su cara. Se rumoreó que dijo: "Sacarme una foto a mí es como darme un tiro en la frente".
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cuando las sospechas del crimen de José Luis Cabezas cayeron en su contra, Alfredo Yabrán se presentó en Casa de Gobierno y, foto del reportero gráfico en mano, negó todo vinculo con el hecho. En mayo de 1998, antes de ser arrestado por ese caso, se pegó un tiro en la boca
 
El 16 de febrero de 1996 el reportero gráfico José Luis Cabezas logró fotografiarlo mientras caminaba por una de las playas de Pinamar. Junto a su amigo Michi tenían estudiados los movimientos de Yabrán, quien también tenía vigilados los de ellos. El 3 de marzo, la imagen fue tapa de la revista. El valor periodístico de la foto es altísimo desde donde se la mire, pero nadie jamás imaginó que por ella se pagaría un precio tan alto. Cuentan algunos allegados que José Luis había recibido amenazas que consideró menores y que nunca se lo contó a su familia para no preocuparlos. Nadie pensó que la ira del magnate llegaría tan lejos y que decidiría poner fin a la vida del fotógrafo.
 
Quienes lo conocieron destacan su pasión por lo que hacía, el carácter jovial y el amor por su familia
 
Lo hizo. Su hombre de confianza y custodio personal, Gregorio Ríos (ex militar), recibió ordenes que trasladó a Gustavo Prellezo, al servicio de la Policía Bonaerense. Él se contactó con la banda de Los Hornos (conocidos como "los horneros") y ejecutaron el "encargo". El entrecruzamiento de llamadas de los sindicados determinó, más tarde, que hasta ese 25 de enero Ríos y el ex comisario se hablaron frecuentemente y la comunicación cesó tras el crimen. Los secuaces de la mafia seguían cada uno de sus pasos con ayuda de la policía local, que había liberado la zona para que los delincuentes actuaran con libertad. Desde noviembre de 1996, el policía incriminado comenzó a delinear el asesinato del fotógrafo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
“Divertido y un tipo jodido”, así se definía. “Si te tomaba de punto, sonaste. ¡Era muy jodón!”, recordó Hugo Ropero, su ultimo jefe y gran amigo
 
Lo que siguió fue el secuestro de José Luis. Salía de la fiesta de cumpleaños de Oscar Andreani, lo esperaron, lo golpearon y lo llevaron a la cava de Madariaga en el mismo auto alquilado por la editorial para que se movilizara mientras cubría la temporada. Quizás los acontecimientos sean conocidos en su totalidad porque en estos 20 años se escribió mucho sobre ellos, pero al volver a hacerlo se redescubre algún detalle o se conoce uno nuevo, como por ejemplo que Gladys Cabezas se enteró de la muerte de su hermano por la radio y, desconocedora de las amenazas, pensó que había sufrido un accidente de tránsito porque "le gustaba la velocidad". Al saber lo sucedido, Cristina Robledo, su última esposa, les pidió a los policías que se fijaran en cierto detalle del cuerpo de su marido para identificarlo bien, pero cuando le contaron que su amado estaba totalmente carbonizado sufrió una crisis nerviosa. A metros de ella estaba la beba que habían tenido juntos y a la que, por esas rarezas del destino, José Luis no llegó a fotografiar.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Felicidad. José Luis Cabezas ganó el Premio Pléyade a la Mejor Fotografía Periodística (1995) por el retrato al capellán José Fernández en una réplica del cementerio Darwin de la Isla Gran Malvina
 
La investigación del caso fue buena, las primeras condenas parecían ejemplares, pero los años convirtieron al martillo de la justicia en una corneta de agua. En diferentes tiempos y con distintas excusas, cada uno de los sentenciados por el crimen de Cabezas quedó en libertad por bajas de la pena en Casación, por buena conducta en el penal y porque la cárcel era muy húmeda. El último en ser liberado fue Gustavo Prellezo, el hombre que sin un mínimo temblor en sus manos le disparó en la cabeza a sangre fría. Lo demostró en la reconstrucción del hecho, y no le importó.
 
Gabriel Michi: “José Luis era un tipo que no se bancaba las injusticias ni a los personajes sospechados de corrupción”
 
El crimen de José Luis quebró a su familia. Cristina se mudó con su hija a España y hace poco contó a un medio de allí que tomó la decisión cuando escuchó a la niña responder a la pregunta ¿cómo te llamas? "Candela Cabezas presente". El padre de José Luis falleció preso del dolor y rehén de las injusticias de la ley, y su madre está internada en un geriátrico con demencia senil. Su muerte levantó a las familias argentinas que aún tenían el sabor amargo de los años de plomo. Periodistas de todo el país se unieron para manifestar su repudio al asesinato con la solidaridad de otras 70 naciones que empapelaron sus redacciones con afiches con el rostro de Cabezas. Paradójicamente, con esa foto que le sacaron para el carnet de reportero gráfico y de la que tanto renegaba. Perfeccionista al extremo, le vio todos los defectos juntos, pero la llevaba con orgullo porque feliz decía: "Trabajo de lo que me gusta y encima me pagan".
 
Cabezas, prohibido olvidar
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
José Luis Cabezas y Gabriel Michi en la fiesta de cumpleaños de Oscar Andreani, en Pinamar. Horas después fue asesinado. (Expediente Causa 56.456, Revista Noticias)
 
Ese fue el pedido de su familia en el inicio de las marchas y actos para pedir por el esclarecimiento del asesinato de José Luis. Las dudas sobre si otro hecho similar podría ocurrir ponían en jaque a los periodistas porque veían cercenada su libertad de expresión e información. Gabriel Michi dijo en una entrevista en aquel entonces que el crimen de José Luis podía significar el último o el primer asesinato de un trabajador de prensa. La incertidumbre no llamó al silencio, sino todo lo contrario: la sociedad en su totalidad se puso de pie al lado de la familia, compañeros, amigos y demás trabajadores de prensa porque entendieron la magnitud del crimen de Cabezas. Al cumplirse el primer mes hubo minutos de silencio y las calles de la ciudad quedaron completamente paralizadas, más tarde las arterias principales fueron suelo para la interminable columna que ocupó todo el ancho de avenida Corrientes y al menos cinco cuadras completas. Las iglesias hicieron sonar sus campanas, los barcos y bomberos sus sirenas, los autos tocaban bocinas, en Luján un grupo de camioneros levantó en alto sus gorras, afuera de los tribunales de Dolores otro centenar de personas levantaba carteles que rezaban ¡No se olviden de Cabezas! en absoluto silencio. La costa de la playa en la que fotografió a Yabrán recibió coronas de flores. El primer acto en Pinamar fue multitudinario y triste porque todos vieron en él al hijo, al hermano… Al mes siguiente una caravana partió a la cava de General Madariaga, hubo actos en varios puntos del país, suelta de globos negros con su rostro y antorchas en las plazas, algunas de las cuales hoy llevan su nombre. La unidad por su causa fue pocas veces vista.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
José Luis Cabezas retirándose de la casa de Andreani, en la madrugada del 25 de enero de 1997. Esta fue la última imagen con vida del fotógrafo. (Expediente Causa 56.456, Revista Noticias)
 
EL RECUERDO
 
"Muchos creen que Cabezas sabía mucho y que investigaba mucho… Cabezas no sabía un carajo de nada", contó a Infobae Hugo Ropero, ex editor de fotografía de la revista Noticias y amigo de José Luis al recordarlo cuando se cumplieron 20 años de ese día fatal.
 
Además, recordó el día en que Cabezas fotografió a Yabrán: "El mismo día había hecho fotos a (Eduardo) Duhalde jugando al tenis con no sé quién, había hecho otra nota y después fueron a la playa a ver si lo veían a Yabrán y lo encontraron (…) Yabrán era una de las prioridades que tenía el equipo de Pinamar, más allá de otro tipo de notas que hacían, pero siempre lo tenían. Ya le habíamos hecho fotos el año anterior en una tirada de fuegos artificiales —nos habían pasado el dato de que el tipo iba—. Sacamos fotos a la tribuna, ahí estaba, después vino un tipo a la redacción y lo identificó. Hicimos una tapa un año antes de la foto de Cabezas".
 
Por su parte, Gabriel Michi recordó el año pasado en los estudios de Infobae: "Era una persona muy divertida. Que le gusta bromear, muchas veces relacionado con el trabajo pero también con cosas de la vida cotidiana. Un obsesivo que buscaba por todos los medios que su trabajo fuera lo más perfecto posible. Siempre se trataba de superar a sí mismo. Era un trabajador de la imagen. No era que solo sacaba fotos. Y por otro lado era un gran padre de familia. Adoraba a sus tres hijos. A Juan, Agustina y Candela y a su ex mujer Cristina. Un tipo muy familiero".
 
Su única hermana, Gladys dijo que "mis viejos se fueron desgastando. Mi papá falleció en 2010 sentado en un sillón mirando el cuadro de su hijo y diciéndole, '¿Por qué te fuiste a Pinamar? ¿Por qué te fuiste a trabajar?'… Falleció de tristeza". Su madre, Norma Marotti, falleció en junio de 2017. Estaba internada en un geriátrico en la ciudad de Mar del Plata.
 
"Cabezas, resiste", los homenajes al reportero gráfico a 21 años de su crimen
 
Como cada año, Pinamar será el centro de homenaje y también habrá una concentración en la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA).
 
A las 13 el acto de recuerdo y homenaje será en Venezuela 1433, en ARGRA, donde se descubrirá una placa en su memoria.
 
Esta noche a las 20, la organización "Los ojos hablan" invita como cada año a los vecinos, periodistas y reporteros gráficos al homenaje que se realizará, como todos los años, en el monolito levantado en su honor en la calle Bunge e Intermedanos, frente a la terminal de micros.
 
"A 21 años de este crimen atroz y con todos sus asesinos en libertad (sin haber cumplido condena) sus colegas y amigos seguimos 'resistiendo' el paso del tiempo y es por eso que invitamos a participar del acto en su memoria", dicen desde Los ojos hablan. Además, Martin Echeverria cantará "Enero Gris", el tema que compuso para Cabezas.
 
A 21 años del hecho más despiadado con los que se enfrentó el periodismo argentino, no nos olvidemos de José Luis Cabezas, porque sus asesinos están en libertad y siguen siendo peligrosos para todos.
 Hace 21 años asesinaban a José Luis Cabezas