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El Tribunal de Impugnación Penal confirmó hoy una condena contra un padre a tres años de prisión de cumplimiento efectivo, como autor de los delitos de abuso sexual simple, doblemente agravado por el vínculo progenitor  y la relación de convivencia preexistente, y lesiones leves calificadas por el vínculo, en concurso real. La víctima fue una hija.

 

Los jueces de la Sala a del TIP, Pablo Balaguer y Carlos Flores, así lo hicieron saber al no hacer lugar al recurso de impugnación que había interpuesto el defensor particular del imputado, César Augusto Rodríguez.

 

El 18 de diciembre pasado, el juez de audiencia de Santa Rosa, Daniel Sáez Zamora, había condenado al padre al dar por acreditado que –en la vivienda del grupo familiar–, acostó a la víctima “boca arriba sobre la cama y, pese a que ella intentó salir de la situación, se le subió encima y comenzó a realizarle tocamientos (…) mientras la besaba por distintas partes del cuerpo y le decía ‘te quiero comer toda’”.

 

“La niña pudo salir de la habitación cuando el otro hijo de imputado se dirigió desde el comedor de la vivienda al baño, aduciendo que tenía mal aliento. No obstante ello, el acusado –luego de lavarse los dientes–, insistió llamando a la víctima y ella hizo caso omiso”, agrega el fallo.

 

Un par de meses más tarde, al ser confrontado por su pareja sobre los tocamientos efectuados a la menor –y en presencia de la propia víctima–, el acusado arremetió contra ellas, tomó a su hija del cuello y la golpeó, provocándole un corte en los labios superior e inferior.

 

Sáez Zamora enmarcó las conductas del agresor, de 37 años, en la ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres.

 

Fundamentos.

 

Rodríguez, en el recurso de impugnación, pidió la absolución de su defendido por entender que en el proceso se violaron los principios de congruencia y de la sana crítica; y en subsidio solicitó que se lo beneficie con la aplicación del principio de la duda (in dubio pro reo) y que la pena sea de ejecución condicional.

 

El defensor cuestionó un audio grabado por la víctima, donde el padre negó los tocamientos. Balaguer, autor del primer voto al que adhirió Flores, señaló que de allí surge que “a pesar de las amenazas verbales del imputado, la menor se mantuvo siempre en sus dichos relacionados a los tocamientos que le efectuara su progenitor. Y ello se compadece con la declaración prestada por la damnificada en Cámara Gesell”.

 

Agregó que, como lo dijera el juez de audiencia, ese relato “demuestra un cuadro de coherencia en relación a cómo se fueron sucediendo los hechos, los cuales indudablemente los vivió, porque de otra manera no podría haberse explayado como lo hizo respecto del abuso”.

 

También remarcó Balaguer que la psicóloga que entrevistó a la víctima en Cámara Gesell señaló que ella fue “muy clara y precisa y que su relato fue lógico, encontrándose presente el criterio de credibilidad, y no existiendo indicios de fabulación o mendacidad”.

 

Agregó que otra profesional que la entrevistó indicó que, aunque no halló signos de abusos en la pericia, “sí encontró perturbaciones ligadas al desamparo, que fueron coherentes con la descripción de un contexto familiar caótico”.

 

“Sáez Zamora, al analizar las ‘supuestas contradicciones’ entre las psicólogas, dio por probado ese contexto de violencia en el núcleo familiar, que no es incompatible con el abuso sexual, ya que en definitiva los ataques sexuales no dejan de ser una exteriorización más profunda y grave del sometimiento y la vulnerabilidad propios de un estado de violencia”, subrayó Balaguer.

 

El TIP compartió esa postura de Sáez Zamora, expresando que “es indudable que, dentro de ese contexto de sometimiento en que se encontraba la menor en relación con su padre, no podemos dejar de analizar las manifestaciones expresadas por ella en Cámara Gesell con respecto al abuso a que fue sometida y especialmente a lo relatado al momento en que se enfrentó con su progenitor estando presente su madre y que fuera grabado en su celular”.​