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Miércoles, 27 de Junio de 2018 14:05
Por Hernando Maderna
 
Terremoto Mundial. Corea le ganó 2-0 a Alemania y lo dejó afuera en la fase de grupos. El último campeón, impotente, sucumbió ante Suecia y México, que pasaron a octavos.
 
Se terminó una era que había empezado con Klinsmann en 2006 y luego con Loew, su ayudante. Alemania dejó de ser la maquinaria perfecta. En el primer batacazo de este Mundial, no pudo quebrar a Corea y sobre el final lo terminó perdiendo. Debía ganar, porque Suecia había hecho lo propio con México, y como todo el certamen no tuvo claridad ni frescura. Ante los suecos lo había salvado Kroos sobre la hora, pero ayer repitió los mismos errores, cayó en la intrascendencia y terminó rompiendo todos los pronósticos.
 
No fue el último campeón ni el equipo que nos acostumbramos a ver y sufrimos en carne propia en los últimos 12 años. Esta Alemania fue más verde, quizás haciéndole honor a la camiseta alternativa que lució contra los coreanos. Nunca tuvo un andar de tecnología alemana. Los mecanismos, con algunas piezas nuevas, no estuvieron tan aceitados. El mayor ruido lo hizo la falta de un delantero implacable como lo supo tener con Miroslav Klose (en dos de los tres partidos no hizo goles). De arranque nomás, Timo Werner, el goleador del Leipzig, no tiene el mismo porte físico que sus antecesores. Éste tiene características más modernas: tiene mayor movilidad, ductilidad y es capaz de tirarse atrás y también a los costados. Pero no tiene ese poder de fuego. Lo poco que generó con claridad esta Alemania oxidada no lo pudo cristalizar. Ni los ingresos de Gomez y Mueller le dieron oxígeno a un equipo que pareció quedar viejo.
 
Sorpresivamente, su DT dejó sin Mundial a Sané, el delantero del City que tiene una marcha más que el resto. Y eso le faltó a Alemania. Como por momentos le sucedió a Argentina (exceptuando cuando la pelota pasó por Messi), no tuvu cambio de ritmo ni agresividad. Superior técnicamente, los coreanos -anteriormente Suecia- le emparejaron el desarrollo del juego pudiendo llegar a ocupar espacios. Y después de desperdiciar mil contras, pegaron en las últimas dos. Se fue Alemania, señores. Este Mundial no está fácil para los grandes y que Argentina ya esté en octavos cada día toma un poco más de valor.