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La historía de Mapuche, un club que respira rugby Imprimir
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Viernes, 26 de Abril de 2019 20:01
En América, distrito de Rivadavia, hay un club que respira rugby. Su predio está emplazado en el gigantesco Vivero Municipal, el parque natural más grande de la Provincia donde también funciona el zoológico.
 
Allí, cerca del rugido de los leones y tigres, un grupo de chicos lanza la ovalada al aire y emprende una carrera en búsqueda de conseguir un tanto, de sumar un día más a la rica historia de Mapuche Rugby Club.
 
Aunque digamos rica historia no quiere decir que la misma sea centenaria, ni que esté vinculada a las raíces de alguna escuela con origen europeo. A contramano del surgimiento de los clubes exclusivos de rugby, el de Rivadavia es muy joven, sólo 20 años de vida y no nació al calor de una institución educativa, que fueron las que importaron el deporte del Viejo Continente, sino por el empuje de un grupo de chicos que decidió participar de los Torneos Bonaerenses de 1999 y abrió –sin saberlo- la puerta de una pasión que no se detiene.
 
Hoy son un club, tienen más de 100 chicos en todas las divisiones y forman parte del torneo oficial de la UROBA, la asociación que vincula a los clubes de rugby en una amplia región bonaerense y pampeana. Pero más aún, acaban de inaugurar las obras concretadas con el premio del Presupuesto Participativo de Rivadavia por ser el proyecto más votado en un distrito donde el fútbol es palabra mayor, un logro impensado años atrás.
 
 La entidad que homenajea desde su nombre a un pueblo originario del territorio chileno, con amplísima difusión en la Argentina, donde llegaron a ocupar parte del territorio pampeano y la Patagonia, tomó los colores de su camiseta precisamente de la bandera mapuche y su escudo es el contorno de un rostro de un hombre de los pueblos originarios de estas tierras.
 
Mapuche pasó de ser un equipo de adolescentes a un club, de un lugar esparcimiento al hogar para decenas de jóvenes que hoy son adultos, que llevan a sus hijos y que ya abrieron una tradición donde el respeto y los valores de este deporte no se negocian.
 
Nazareno De Brito (presidente), Eduardo Gómez (vicepresidente), y los colaboradores Javier Rey, Luis Bilello y Enrique Coronel hablan de Mapuches como si hablaran de sus familias, a pura pasión.
 
“Nosotros queremos que los jugadores tengan sentido de pertenencia, los chicos cuidan mucho las instalaciones porque también colaboran en las tareas”, aclaran las autoridades de la entidad en el mano a mano con Oeste BA.
 
La historia
 
En 1999 se radicó en Rivadavia un profesor de educación física Iván Carrón, que ahora creen reside en España, “fue director de deportes, había jugado rugby en La Plata, instaló el deporte en la ciudad, se hizo un equipo para participar de los Torneos Bonaerenses y después quedó un club”.
 
Cuenta la leyenda que en el colectivo rumbo al primer partido, los chicos que eran todos adolescentes debatieron sobre el nombre del equipo que aún no tenía denominación, y allí surgió el nombre de Mapuches.
 
Tras la participación en los Torneos Bonaerenses “quedó un grupo de chicos; no teníamos nada, ni cancha, ni camisetas, ni seguro nada, de ahí en más fue muchísimo sacrificio para llegar a este momento. Hay algunos jugadores del 99 que aún juegan, y algunos de sus hijos también. Para nosotros es importante que toda la familia participe”.
 
Desde 1999 hasta 2005 participaron en partidos regionales y certámenes que aún no eran oficiales, mientras deambulaban en canchas prestadas y quinchos cedidos para reuniones y asados. En esta etapa, Mapuches se alzó con un torneo pero aún no estaba conformada la UROBA, aún no era oficial así que ocupa un lugar más en el anecdotario que en las vitrinas.
 
“Siempre estuvimos de prestado, estamos agradecidos pero siempre con cosas prestadas, hasta que el intendente nos dio este espacio”. Formaron una comisión entre padres y jugadores con el objetivo de construir su club y así surgieron relatos de tipo épicos “un día jugamos un partido en Santa Rosa, y al otro día nos levantamos a las 6 de la mañana para desarmar un galpón que nos habían donado de donde sacamos ladrillos y distintos materiales, todos fuimos”.
 
En la competencia
 
El club participa hoy de las competencias en las categorías infantiles, juveniles, femenino y primera, y en un torneo de distancias largas que incluyen Santa Rosa, General Pico, hasta Lincoln, Junín y Saladillo. Los costos son altos y entonces hay que redoblar el esfuerzo y la creatividad para que la plata alcance.
 
“Tratamos de inculcar el respeto, hacia los mayores, los árbitros, los compañeros. Este es un deporte de contacto, pero se tiene que hacer de manera leal, el rival no es enemigo, lo hace con la misma pasión que nosotros, que cuando viene a jugar deja su familia, su trabajo, hacen lo mismo que nosotros entonces tenemos que cuidarnos entre todos, no hay que tener malas actitudes” aclara Nazareno.
 
Se habla mucho del compañerismo y los valores que transmiten estos hombres que son fornidos, que juegan duro pero siempre con lealtad. “Hacemos eje en el compañerismo, queremos que los chicos tengan enseñanza y valores, no es lo importante la copa del torneo, sino que cuando se hacen grandes sigan ayudando y formando parte del club, sean personas de bien, y eso es lo importante”.
 
“Un chico que entra a un club a practicar rugby como es nuestro caso, pero puede ser también futbol, básquet lo que sea, es un chico menos en la calle, y esa es la función que debemos sostener nosotros como club y no desviarnos de eso. La función social y formativa de todas las instituciones”, aclara el presidente.
 
El amarillo en la bandera mapuche representa la renovación, el azul el orden, el blanco la prosperidad y la sabiduría, y el rojo la fuerza y el poder. Decidieron que todos esos colores formen parte de su camiseta, su bandera en cada partido, y tomaron cada una de las partes como una declaración de principios sostienen desde hace 20 años haciendo todos los días más grande la historia de un club donde se respira rugby.
 
Nuevas obras
 
Con el dinero del presupuesto participativo se inauguraron las obras del gimansio, el vestuario y se remodeló el quincho. “Era necesario porque se va creciendo y las instalaciones son importantes para poder hacer cursos y tener las mejores comodidades”.
 
“Son años difíciles para la cuestión económica y en el rugby nadie cobra todos pagan, nosotros tenemos un modelo para todas las clases sociales, vendemos un bono contribución y los chicos lo venden y con eso acceden a la cuota social, el fichaje y el seguro de manera gratuita, el club le da la oportunidad a todos”. 
 
 
Fuente: Diario La Opinión   
 La historía de Mapuche, un club que respira rugby