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La docente que se animó a apostar por la inclusión en la escuela llega a América este viernes Imprimir
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Viernes, 21 de Junio de 2019 07:04
Silvana Mabel Corso se presentará desde las 19:30 horas en el recinto de Sesiones del Honorable Concejo Deliberante para llevar adelante la Jornada denominada "Inclusión Educativa, las barreras como oportunidad" 
 
Esta Jornada está  dirigida a docentes y público en general con entrada libre y gratuita.
 
SILVANA MABEL CORSO
 
Profesora de Historia. Especialista Superior Universitaria en Intervención Educativa ante Trastornos del Aprendizaje y en Estrategias de Inclusión Educativa; Diploma Superior en Necesidades Educativas y Prácticas Inclusivas en Trastornos del Espectro Autista; Inclusión Educativa y Diversidad; Trastornos del Lenguaje en el Niño Abordaje Neuropsicológico; Especialización en TIC y Educación (con orientación en Gestión Escolar); Máster Iberoamericano en Integración de Personas con Discapacidad. Docente-tutora y Coordinadora de tutorías.
Expositora en eventos nacionales e internacionales.
Autora de diversos artículos y libros referidos a tutorías, TIC y educación, metodología, discapacidad y familia.
Finalista 2017 Premio Global Teacher Prize (Top 50).
 
La directora que se animó a apostar por la inclusión en la escuela
 
Silvana Corso es directora de la Escuela de Educación Media (EEM) N° 2 Rumania, en el barrio porteño de Villa Real, cerca de Fuerte Apache. Allí, desarrolla desde 2011 un novedoso proyecto de educación inclusiva para chicos con distintos tipos de discapacidad y problemáticas económicas y sociales, que la posicionó como una de las principales referentes de nuestro país y la región. Su trabajo, la llevó además a ser finalista del Global Teacher Prize que otorga la Fundación Varkey, y que es considerado el Premio Nobel para el mejor maestro del mundo.
 
"Esta escuela forma parte de una serie de secundarias creadas en puntos estratégicos de la Ciudad, para recibir alumnos en contextos de vulnerabilidad social. Si bien contemplaban a chicos que quedaban afuera del sistema, no eran entendidas como inclusivas en el sentido más amplio que le damos hoy", recuerda Silvana.
 
La EEM N2 tiene 510 alumnos entre los dos turnos. Aquellos con discapacidad cursan, en su gran mayoría, por lo mañana, ya que por la tarde suelen asistir a distintas terapias. A cada uno, según sus necesidades, se les ofrecen recorridos educativos diferentes. Puede tratarse de chicos o chicas diagnosticados con las variantes más complejas de los trastornos del espectro autista, con cuadros psiquiátricos o trastornos sensoriales por haber sido víctimas de violencia, entre otros. La directora aclara que esto se replica también en casos como el de las alumnas que son madres.
 
Contar con un cuerpo de docentes ya preparados para abordar este tipo de problemáticas sociales fue la base con la que Corso contó para diseñar una propuesta superadora, capaz de trabajar con jóvenes con discapacidades severas. "Una escuela inclusiva tiene que alojar, es decir, dar lugar a todos y a cada uno. Contenerlos, retenerlos y también conseguir que logren el éxito académico", sostiene.
 
Y agrega: "Para eso los alumnos tienen que permanecer y egresar. Una escuela inclusiva responde a las necesidades de sus estudiantes, no específicamente a las de aquellos que tienen alguna discapacidad, sino a la de todos".
Para ella, una distinción importante es la que se da entre inclusión e integración: según Corso, la escuela integradora parte de la premisa de que los alumnos con discapacidad tienen un déficit o un problema y que son ellos los que deben adaptarse a la escuela. "Es un modelo médico que propone que el niño, niña o joven haga, por ejemplo, más horas de terapia (fonoaudiología, psicopedagogía, kinesiología, etcétera) para poder encajar", resume. "Nosotros, en cambio, partimos de la idea de que cada uno aprende de manera diferente y que es la escuela la que debe variar su propuesta para que todos puedan llegar. La escuela inclusiva se basa en un modelo social de discapacidad que entiende que ésta no es un problema en sí mismo para que la persona aprenda".
 
En lo institucional, opina la directora, se ha avanzado mucho, sobre todo desde la resolución de 2016 del Consejo Federal de Educación que garantiza la "promoción, acreditación, certificación y titulación de estudiantes con discapacidad", reforzando así algunos aspectos incluidos en la Ley Nacional de Educación de 2006.
 
"Hoy la diversidad está contemplada dentro de la escuela", sigue Corso. "Ya no es un fantasma para el docente la posibilidad de que algún día, tal vez, le toque un alumno con discapacidad sino que está amparado por la ley. Y hay una necesidad real de capacitarse. Hasta hace poco, además, eran batallas solitarias de las familias por conseguir un lugar en la escuela. Ahora existe legislación y el discurso está instalado, pero debe darse la implementación".
 
Para la directora, al contrario de lo que puede pensarse, no son los recursos el punto determinante a la hora de garantizar la inclusión, sino que "la mayor traba es romper la representación que se tiene del otro". "Son muchos años de construir un aula que no comprende la diversidad, que no la atiende. Hay que quebrar de golpe toda una lógica institucional y volver a empezar", subraya Corso.
 
Cree que para eso es fundamental ser flexibles y permitirles a los docentes que sean creativos, que piensen cosas nuevas. "Hubo pruebas, algunas fracasaron y ahí vienen los reclamos. Pero no hay fórmulas, es un trabajo artesanal", advierte. También aclara que si bien hoy en casi todas las escuelas cursan chicos con discapacidad, la suya es la única que recibe tanta cantidad y con patologías graves.
 
La articulación con profesionales e instituciones externas es clave. La escuela Rumania trabaja en conjunto con el Hospital Vélez Sarsfield, con centros y hospitales de día y con los acompañantes y terapeutas de las obras sociales que cubren distintas prestaciones de los alumnos con discapacidad.
 
A la hora de enumerar qué falta para avanzar con un modelo de escuela inclusiva, Corso destaca tres cosas: "Primero, a pesar de la legislación vigente, las familias todavía no pueden elegir las escuelas que les gustan. Luego, y en nuestra institución particularmente, un gran desafío es la movilidad docente. Por último, el egreso de los chicos, es decir, poder garantizar que los tomen en otros lugares, ya sean empleos o niveles superiores de estudio". Y destaca: "Nosotros creemos en ellos, trabajamos con ellos y después los arrojamos a un abismo social".
 
También destaca los logros: dice que el proyecto ya no es de ella, sino de toda la comunidad educativa y eso es lo que garantiza su continuidad. "Hay tantos chicos con discapacidad que llegan al patio y pueden encontrarse en un espejo, ver que hay otro en su misma condición, con sus mismas dificultades y por eso pueden identificarse. También la diversidad en la que conviven y que los hace darse cuenta de que todos somos diferentes. Porque esa es la lógica: tratar a estos chicos de ‘especiales’ no está bien", concluye.
 
  La docente que se animó a apostar por la inclusión en la escuela llega a América este viernes