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Lunes, 24 de Junio de 2019 20:09
Por Vicky Calvo*
    
Hace tiempo que estoy buscando una palabra para nombrar aquello que NO es política.  No la encuentro. Me parece injusto llamar política a cuestiones (léase roscas, enroques, acuerdos, trenzas, transas) que nada tienen que ver con un sueño, con un proyecto, con una aspiración a mejorar la calidad de vida de los pueblos (léase POLÍTICA). 
 
En eso que la política NO es suceden, entre otras inmoralidades, las traiciones.
 
Los traidores desarrollan sofisticadas estrategias invirtiendo una cantidad de tiempo y energía que no estuvieron dispuestos a dar al momento de ampliar el espacio político al que pertenecen, construir ciudadanía, promover el debate.
 
Dos años sin hacer política y luego, sorprendidos porque el tiempo apremia y el cierre de listas es inminente, no queda otra  que desarrollar las “habilidades negociadoras” y en ese hilo tan delgado que separa a éstas  de la traición, algunos no  pueden resistirse  a semejante tentación y  son capaces de todo. Sí, de todo.  Hasta de traicionarse a sí mismos.
 
Decididos a acomodar las piezas, descartan lo que no gusta para ubicar lo que aparenta “ser mejor”, pero las piezas que descartan son compañeros y compañeras de militancia y, los designados como “mejores” son (¡oh!) en muchos casos los mismos traidores.
 
Se arman varios grupos de traidores y, créase o no, hay arriesgados que juegan en más de uno apareciendo entonces la figura del traidor traicionado. Así, la selección de los candidatos se hace bajo un formato de casting berreta que luego edulcorarán diciendo que “son las reglas del juego”.  Falacia. Un juego tiene las reglas claras, hay un único reglamento y los participantes lo conocen antes de entrar, lo demás es trampa.
 
En un intento de mejorar la imagen de la traición, se suele decir que si hay traición es porque hubo lealtad… pero hay también quien dice que si la lealtad pagara más, no habría traición. Sonrío y me quedo con lo último.
 
Doy fe que, con un mayor o menor grado de alevosía, estas manipulaciones acontecen, lamentablemente, en la mayoría de los espacios político-partidarios.  Lo que no me impide seguir discutiendo, analizando y disfrutando hablar de política porque con ella convivimos. Mucho menos me impide celebrar la democracia. Sigo mientras tanto buscando esa palabra para poder llamar a las cosas por su nombre y dejar de contaminar el concepto POLÍTICA.
 
Vicky Calvo* (militante de Unidad Ciudadana).
 
Listas las traiciones