Humor Político: Quinto Año (Congreso) Nacional Imprimir
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Domingo, 28 de Octubre de 2018 17:21
Por Alejandro Borensztein
 
No se ensañen con este pibe (Moreau). Es sólo un chico de 72 años en pleno desarrollo.
 
Menos prenderle fuego el saco, al pobre Toto le hicimos de todo. Así lo llamábamos al profesor de contabilidad de 5º Año del Pellegrini en aquellos turbulentos años de Isabel y López Rega. Le tirábamos avioncitos de papel, le escribíamos barbaridades en el pizarrón, le hacíamos sumbudrule en la cabeza como Carlitos Balá y hasta le agregamos un nombre a su libreta de alumnos: Castro, Fidel.
 
Durante semanas esperamos a que Toto cayera en la trampa hasta que al final un dia se nos dio: “Castro Fidel, pase al frente por favor”… “Castro Fidel, lo estoy llamando” insistió el Toto ante las risitas nerviosas de 36 masturbadores profesionales. “¿No vino Castro Fidel?”. Posta. Cualquier pavada nos parecía divertida.
 
Éramos pibes y pibas que mezclábamos la militancia política en las más diversas agrupaciones con la ebullición hormonal típica de la edad. Como todos los estudiantes secundarios, como los de la película “El profesor hippie” de Sandrini de fines de los ´60 o “Porky´s” en los ´90 o “American Pie” en el 2000 o “Supercool” en los últimos años. Púberes con acné prendidos fuego en busca de diversión, quilombo e igualdad social. Como todos los adolescente de este mundo que transitan la edad del pavo. Como aquellos boludones que le tirábamos papelitos al Toto. Como Leopoldo Moreau.
 
Los medios que no entienden este fenómeno juvenil destrozaron injustamente al diputado Moreau por haber mostrado una foto falsa para denunciar que los que estaban rompiendo todo en la Plaza del Congreso eran policías disfrazados de militantes picapiedras. Acompañó su show con un clásico discurso de asamblea estudiantil con todo el repertorio de obviedades: el presupuesto lo hizo Lagarde, son todos unos cipayos, el pueblo argentino está siendo masacrado en la Plaza, Vidal y Stanley son la derecha que usurpa el espacio progresista de Scioli y Alicia, etc etc.
 
Por favor, yo le pediría a los medios y a la ciudadanía en general que no se ensañen con este pibe. Al igual que tantos otros diputados, es simplemente un chico de 72 años en pleno desarrollo. Seamos más comprensivos.
 
Algunos adultos mezclados entre las bancas reclamaban un debate político serio teniendo en cuenta que se estaba discutiendo algo tan técnico e importante como una ley de presupuesto en la que se decide como se gasta cada mango que aportamos al Estado.
 
En esa línea trató de explicar algo el diputado Marco Lavagna y mucho mejor aún lo hizo Martín Lousteau. Sin embargo amigo lector, si yo no lo digo en esta nota, de los buenos discursos no se entera nadie.
 
En cambio todo el mundo sabe que el pibe Moreau lo fue a increpar al pibe Massot y entonces el pibe Filmus trató de meterse junto a un montón de otros pibes y pibas que se sumaron al pogo.
 
“Agarrame que lo mato” decía Massot con la tranquilidad de saber que alguien lo iba a agarrar. Moreau lo había provocado diciéndole “¿me vas a chupar?” en alusión al apoyo entusiasta que los parientes del pibe Massot le dieron al Proceso Militar. Como si el diputado Massot tuviera algo que ver con eso y por ende todo Cambiemos y todos los votantes de Cambiemos y todos los hijos y nietos de los votantes de Cambiemos. Así de básica es esta gente.
 
Ni siquiera tienen la astucia de jerarquizar su propio discurso político cuando tienen la oportunidad. Por ejemplo, el cuadro más importante que tiene el kirchenrismo en temas económicos es sin duda Axel Kicillof. Te guste o no, el tipo es sólido y tiene una ventaja fundamental con respecto a sus ex compañeros de Poder Ejecutivo: no está en los cuadernos de Centeno ni nunca nadie lo acusó de corrupto. Está limpito. Una mosca blanca.
 
Lo lógico hubiera sido que, cuando Kicillof se disponía a exponer su opinión, todos los miembros de su propio bloque se sentaran respetuosa y coordinadamente en sus bancas e hicieran el acting de “silencio que ahora habla nuestro Maradona”.
 
Sin embargo en ese preciso momento apareció la diputada Mayra Mendoza y con toda la rebeldía sin causa que te da el hecho de estar en la última etapa de la edad del pavo, se puso a repartir banderitas norteamericanas entre las bancas y colocó un corpóreo de Christine Lagarde en el medio del recinto. O sea, lo mismo que hacíamos nosotros con el profesor de contabilidad, pero 40 años después. A partir de ahí, todo lo importante que podía decir Kicillof, quien también festejaba el chiste, ya no tenía ningún valor. Mendoza había logrado aberretar y devaluar a su propio economista estrella.
 
Tengamos piedad. La diputada no es más que una blanca palomita formateando y cargando de información ese cerebrito en el que todavía quedan muchas localidades.
 
Además, no debería sorprendernos. Hace un par de semanas ella misma viajó a San Petersburgo, se acercó al presidente ruso Putin, le gritó en inglés “Argentina necesita su ayuda” y le mostró un cartelito en español que decía “Argentina sin Estado de Derecho”. Absolutamente inútil porque Putin no habla inglés, no lee español y si hay algo que le chupa un huevo es el Estado de Derecho.
 
En el medio del escandalete, era divertido ver al Presidente de la Cámara, Emilio Monzó diciendo veinte veces “pero diputada Mendoza por favor, ya está… vuelva a su banca”, con la misma cara que pone un maestro de colegio secundario harto de los alumnos y con el mismo tono de Joan Manuel Serrat cuando canta “niño, deja ya de joder con la pelota”. Geniales y patéticos kirchneristas que siguen trabajando incansablemente para Durán Barba.
 
Alguno podrá decir que, desde el punto de vista mediático, es mucho más efectivo hacer bardo que hablar en serio ya que los medios prefieren levantar eso más que un discurso sesudo. Puede ser. Pero el bardo no suma un solo voto. Solo lo festejan aquellos que ya están convencidos y espanta el voto de todos los que dudan. ¿No se los explicó nadie?
 
Cada vez que el gobierno está groggy, el kirchnerismo despliega todo su talento y lo salva.
 
En una semanita nomás armaron su propio acto del 17 de octubre en blanco y negro, después la misa en Luján con el elenco de El Padrino sentado en primera fila, después el show de los Picapiedras afuera del Congreso y finalmente los chicos de Quinto Año Nacional adentro del recinto. Completito. Clink caja para el Gato.
 
Eso sí, tengamos en cuenta que empobrecer el rol del Parlamento tiene sus contraindicaciones. Nunca está de más repetir una frase tantas veces escrita en esta página: el falsoprogresismo siempre te deja de regalo a la peor derecha. Después no nos quejemos cuando aparezcan los Bolsonaros.
 
A propósito. Además de que si Dios quiere esta semana los vamos a dejar afuera de la Copa Libertadores, a partir de hoy los brasileños se van a tener que aguantar al facho más grande que haya conocido Sudamérica en los últimos 50 años, obviamente después de Videla, Pinochet, Chávez y Moreno. Perdón, tal vez con Moreno estoy exagerando. Bolsonaro es un poquito más facho que el Guille.
 
Mensaje para el Presidente: la semana pasada avisé que en la Bombonera al Palmeiras le ganábamos. Si bien la revancha en San Pablo es un partido chivo Rossi, tenenos media clasificación en el bolsillo.
 
Viendo en la cancha el segundo gol se me ocurrió una idea para este problemita de la inflación. ¿Y si al mejor equipo en 50 años le agregamos a Benedetto? Yo sé que el Pipa, de economía, mucho no debe saber. Pero, a juzgar por los resultados, los que tenés en la Rosada tampoco. No sé, pensalo Gato
 
 
Humor Político: Quinto Año (Congreso) Nacional