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Cómo ser de izquierda y no morir en el intento Imprimir
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Escrito por Diego Oscar Durán   
Viernes, 19 de Marzo de 2010 00:00

“Hay quienes dicen que la izquierda es el resultado
de una derecha revolucionaría”
 
 

Como empezar hablar de un tema tan trillado por la historia de los países, sobre todo los países de Latinoamérica, sin caer en lo mismo de siempre. ¿A caso se puede hablar de la izquierda sin nombrar, aunque sea remotamente, a su opuesto, la derecha?. Claro que no. La izquierda y la derecha -nos guste o no- siempre han ido de la mano y seguirán así mientras haya una clase política que los respalde (en mayor o menor medida). Estos dos grandes polos opositores que -como todo polos opuestos se atraen o se han sabido atraer según el momento de la historia- han representado sus papeles dentro de la sociedad con gran arraigo y devoción, o por lo menos lo han intentado.           Pero sería interesante hacer un recorrido por su trayectoria y así poder saber como se implantó la ideología revolucionaria y socialista en la vida política de los países del mundo y porque pocas veces tuvo resultados positivos.

           La izquierda es tomada como la fuerza revolucionaria, la fuerza de la lucha contra los regímenes fascistas y de ideas capitalistas, la fuerza de lucha social por excelencia. Es considerada la fuerza de salvación y restauración del poder a las masas por muchos.
           Pero si nos ponemos a revisar las viejas enciclopedias o manuales escolares, encontramos que en realidad fueron pocas veces y en pocos lugares donde esta fuerza encontró un asiento dentro de la historia y logró los resultados deseados, (o casi)…
          Si tomamos el ejemplo de las últimas elecciones en Capital Federal, vemos una inconfundible derrota de la corriente izquierdista. A esta se presentaron siete listas diferentes, y ninguna pudo lograr cumplir con las expectativas deseadas. Estas listas a saber fueron: Movimiento al Socialismo (MAS), Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Partido Obrero (PO), Frente Izquierda Socialista Revolucionaria (FISR), Convergencia Socialista (CS), Partido Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y podemos contar también al Partido Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD) de Castells.   
           Pero, ¿Cuál será la razón por la que desde hace varios año la izquierda intenta establecerse con más fortaleza dentro del sistema político, tanto nacional como internacional y no ha logrado hacerlo?. Creo que la respuesta está a la vista.
           Sin duda, hoy en un mundo lleno de violencia, de desigualdad, de injusticia, un mundo regido por el imperialismo, un mundo en donde más de la mitad de sus habitantes vive bajo el nivel de pobreza, la mitad de estos subsisten con menos de dos dólares diarios y la otra mitad no alcanzan a un dólar. Un mundo en el que nos quieren hacer pensar que sólo unos pocos tienen las soluciones al alcance de las manos y pretenden considerarse los defensores de los más débiles con discursos revolucionarios y anti-capitalistas, cuando en realidad esperan el momento oportuno para hacerse del poder y establecer su propio control autoritario, falto de acción social y visionario hacia un desarrollo totalmente inconstitucional; encontramos a una izquierda desunida, una izquierda con falta de coherencia, la cual parece haber perdido el curso de su corriente revolucionaria en forma y espacio y a la cual le es imposible una unificación total o parcial.
          Ésta claro que después del 2001, ya no se puede pretender seguir gozando de los privilegios con los que se contaba. Pero a pesar de esto, hay quienes insisten en que esas prerrogativas de los poderosos vuelvan de la mano de un Estado que actúa en disconformidad con las necesidades del pueblo. A pesar de ésta realidad, todavía en las ristras de la izquierda hay personajes que creen tener la formula de la verdad absoluta y de está manera poder encabezar solamente ellos la Revolución que concretará al socialismo en esta parte del mundo.
          Pero la historia nos devela que de ellos, nadie trabaja en serio para lograrlo. La intolerancia que priva sumada a la proclamación del yo, engendran la defensa de proyectos e intereses minúsculos, en vez de los de la comunidad.
           Lo que la clase acomodada de nuestro país está buscando, es recomponer la tranquilidad que supo disfrutar en la década del ´90 y así poder lograr que sus propuestas vuelvan a tener unidad política. Todo esto dentro de un sistema absorbido totalmente por una cultura burguesa, formada por quienes dicen combatirla. De esta manera, no es difícil explicar porque la izquierda no logra una unidad estratégica (cuya quimera se encuentra muy alejada de la realidad), ni siquiera en el marco electoral.  
            En octubre de 2002, el Instituto de Mercadotecnia y Opinión (IMO), llevó a cabo una encuesta multinacional en los 8 países más fuertes del mundo económicamente hablando. Dicho estudio tuvo por titulo: “¿Hacia dónde avanza el péndulo de la historia?”
           La encuesta arrojó como resultado que las sociedades europeas: Alemania, Francia, Gran Bretaña y España, así como Canadá en el norte del continente americano estaban dirigiendo su visión política hacia la izquierda, es decir, hacia cambiar el orden establecido hasta ese momento; les pedían a sus gobiernos más políticas sociales en contraposición a las políticas de mercado que estaban en auge desde principios de la década del noventa. Por su parte Estados Unidos y Japón resultaron ser sociedades que seguían ambicionando llevar aún más al extremo las políticas de mercado, es decir, que el curso de la historia se conservase como hasta entonces, hacia la derecha.
          Cuando el IMO publicó el resultado de su investigación multinacional en febrero de 2003 la prensa casi no dio crédito a semejante conclusión del estudio: que el mundo cambiaría en los próximos años su visión de la política económica. Pero en las elecciones del año 2004, el curso de los acontecimientos políticos y los resultados electorales que se vio en la mayoría de los procesos que se dieron lugar a lo largo y ancho del mundo, confirmaron la conclusión de este trabajo: como ejemplo está Brasil, España, Francia, Venezuela y Uruguay.
         De esta manera varios países optaron por un cambio radical en las elecciones de sus gobernantes. Esto se debe a que la mayoría se animó a trasladar sus temores hacia una clase dirigente que creyeron apta para poder lograr los cambios que desesperadamente estaban buscando.
            Pero, ¿Por qué en nuestro país no ocurrió esto? Tal ves porque las corrientes totalitarias en la Argentina tienen una larga tradición en la historia política del país.        
          Si pudiéramos sentarnos hoy en día en el diván del padre de la psicología y preguntarle sobre esta tendencia, seguramente nos diría que: a pesar de que el esquema del argentino promedio tiene la propensión a un cambio revolucionario o social, venga del partido del que venga, en el momento del voto –consciente o inconscientemente- deja estampado lo contrario. Esto es debido a que por más cambio que pretenda implementar, su propio ser argentino, no lo deja. Está claro que este “ser nacional” esta dirigido por una derecha bien definida y más fuerte que su propia voluntad.
          De esta forma, queda definida la problemática de la izquierda, que se autoproclama revolucionaria, para lograr una alianza. Los condicionamientos que se le ponen a su realización son mucho más reaccionarios, ya que lo que se pretende es una uniformidad de pensamientos sin respetar las ideologías de cada movimiento.
          Para finalizar, quizás podríamos preguntarnos: ¿Ellos son los responsables?
          Por supuesto. Las políticas empobrecedoras que han desarrollado son las mismas que –como ocurre hoy en Latinoamérica- lograran que los pueblos se levantaran y lucharan contra ese sistema. Sabiendo que es lo que no quieren, lo que desprecian, dejaron de prestar atención a la izquierda tradicional, la revolucionaria, la desunida, la que nunca podrá, con esas características, acercarse a las masas. Un ejemplo claro y cercano es aquel diciembre del 2001.

 

 

 

 

Columnista:
Diego O. Durán
portaldelarealidad.blogspot.com

 

 

 

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