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Reynoso y la demostración del amor a su vocación, a su rol y en especial a su distrito Imprimir
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Martes, 23 de Enero de 2018 20:08
Por Luciano Laserre*
 
Es cierto: no voy a escribir esta nota sin cierta ‘vergüenza’ intelectual, por llamarla de algún modo. Cuando cierto autor reconocido o ciertas teorías abstractas se ponen al servicio de la política, resultan ser dañinas en ocasiones, y demagógicas en muchas. No obstante, lo que tengo para decir no discrimina partidos políticos ni pone en la balanza colores de uno u otro candidato. 
 
En este sentido, esperé un largo tiempo para escribir al respecto, por esta misma cuestión, para no alimentar falsas presunciones de inclinación política, en un importante año electivo. Por el contrario, me centraré en un hecho específico, aunque en cierto sentido ‘político’, en cuanto a su actor y circunstancia se refiere. 
 
Aquel viernes 1 de Septiembre del 2017 no fue un día corriente, o por lo menos en la situación particular sobre la que trataré: Javier Reynoso, el Intendente de Rivadavia, se vio involucrado en un hecho sumamente polémico (sobre todo, para la Provincia de La Pampa). Casi al instante en que transcurría un hecho sumamente confuso y paradigmático, los medios levantaban la noticia de lo que sucedía. Es que se captaba en video, a través de un teléfono celular, al Intendente Reynoso discutiendo con policía de la Provincia de La Pampa, debido a que ésta se encontraba interrumpiendo el paso de un camión de la Municipalidad de Rivadavia, sumamente importante para realizar una obra esencial en González Moreno. Dicho camión transportaba un tubo que se colocaría en un canal y así libraría a la localidad de la inmediatez del agua que la amenazaba.
 
Lo sorpresivo de aquella situación, no era sólo la discusión de un funcionario de tanta importancia con simples efectivos policiales a los cuales podríamos considerar de ‘superfluos’ para decisiones de semejante envergadura, que ponen el acento en la inundación (o no) de las casas de los vecinos, y los cuales yacen únicamente cumpliendo órdenes superiores (sin intención de profundizar en la cuestión de la famosa Orden Debida y su moralidad, que en caso de hacerse carne esta última en los efectivos, hubiesen permitido el paso del camión). Sino que también en el video se veía a la máxima autoridad del distrito subiéndose al camión, poniéndolo en marcha y hasta avanzando unos pocos metros, desafiando a la autoridad policial allí presente. Se lo discernía completamente ‘fuera de sí’, hasta quizás desbordado por semejante “humillación” (no sólo a él, sino a la Política y la Democracia en sentido amplio).
 
Entonces, ¿por qué el Intendente se comportó de tal manera, siendo que “no le convenía” comportarse así? Sobre todo a nivel personal, demostrado luego por las denuncias que llegaron hacia su persona.
 
Quisiera llevarlo a otro plano comúnmente dejado de lado: el del amor. Y comenzar por afirmar que “el amor” no es una mera opción racional, en la cual una persona elije enamorarse de otra. El amor sobreviene y ya. Más ampliamente, los griegos sostenían que no eran los seres humanos los que se autodeterminaban voluntariamente a quién amar, sino que peor aún, eran un ‘objeto’ de los dioses, los cuales decidían en un instante proveer a los ciudadanos de las pasiones: entonces sobrevenía una “ráfaga de enojo”; se les presentaba de repente la ira con toda su omnipotencia. En el caso del amor, el manipulador era el dios Eros, la diosa Afrodita, y en los romanos, Cupido.
 
Es decir, las pasiones escapan a las ideas racionales: no se atienen a lo que conviene; ni a lo que no conviene. El amor es todo lo contrario: no está sujeto a voluntad alguna. Justamente aparece en los momentos en que más desearíamos no amar. Ya que el amor conlleva necesariamente sufrimiento. ¿Acaso hay alguien que ama y no sufre sus consecuencias? ¿Quién no ha hecho cosas que jamás haría, sólo por el hecho se salvar a su ser amado? Pero como decía Platón en su Banquete: el amar a las personas no es el más ‘importante’, sino el amar lo que se hace, la vocación, la virtud. 
 
Lo que quizás pasó inadvertido es que Javier Reynoso estaba demostrando el amor a su vocación, a su rol y en especial a su distrito, sin importar las consecuencias que aquello le traería aparejado. Entonces es allí, en el terreno de las pasiones, donde todo pensamiento racional, planificado, ‘deseable’, se vuelve absurdo. Es en aquel preciso momento donde afloran los sentimientos, muchas veces guardados dentro de la caja de la injusticia, y donde los deseos de completitud para con quien se ama, se vuelven el centro primordial de los quehaceres sucedáneos.
 
Un último detalle: lo lindo de ese ‘amor’ es que no tuvo en aquella fascinante historia, amantes en discordia: recuerdo a la oposición agradeciéndole su gesto de enfrentarse con las autoridades policiales, de haberse subido al camión con valentía, y haber intentado imponer los intereses democráticos por sobre los estrictamente autoritarios (demostrados por el Gobernador de La Pampa). Apoyo extremadamente venerable del Frente Renovador, en cuanto a la política se refiere, donde en muchas ocasiones se aprovechan baldes sucios para llevar agua a pozos propios. 
 
*Jóven de América - estudiante de la carrera de Periodismo en Capital Federal
   Reynoso y la demostración del amor a su vocación, a su rol y en especial a su distrito