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El 9 de julio Imprimir
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Martes, 09 de Julio de 2019 07:03
Por Jorge Pablo Rosolen 
 
La historia está compuesta de procesos, nunca de momentos cristalizados y nuestros hitos históricos forman parte de esa secuencia. Las fracturas y las continuidades que se dan en esos procesos construyen la historia. Nuestro 9 de julio de 1816 es una continuidad de otro momento, el 25 de mayo de 1810, que a su vez es consecuencia de otras causas que no son parte de estas líneas.
 
La búsqueda es la de una república y la tradición republicana que se busca no abunda en ese mundo de 1816; hubo un momento en América del Norte, en los EEUU en 1776, otro en la Francia de 1789 y su tercer momento es en los territorios de la vieja España, no más.
 
Para 1816 esa búsqueda de una nueva república está presente en Tucumán. Algunos prohombres que no están físicamente en ese territorio pero que son protagonistas del momentos, Belgrano, San Martín, Pueyrredón y Güemes –a ellos me refiero- son la intelligentzia nacional, cada uno con sus particularidades, Güemes mas músculo y los otros tres músculo y pensamiento. Ellos (y otros) impulsaran este increíble momento de nuestra historia.
 
No todas fueron rosas del jardín republicano. Belgrano, si bien no intervino como diputado en el Congreso de Tucumán, fue convocado para participar de una sesión secreta el 6 de julio de 1816 en donde propuso un modelo de “monarquía atemperada”, en la búsqueda de libertades políticas para los individuos debido al temor de caer en la anarquía y el despotismo. El debate se extendió y enriqueció con el correr de las jornadas, así el 7 de agosto Tomas de Anchorena, diputado por Buenos Aires sugiere la fórmula de “federación de provincias”. El debate no se zanja en este momento histórico, deberá esperar hasta 1853 para consolidarse a partir de la sanción de la Constitución Nacional. Hubo un largo camino entre esas dos fechas y circunstancias.
 
Pero volvamos al 9 de julio de 1816, al momento fundacional, mitológico, que busca objetivos concretos: fundar las bases de la nueva República, definir un territorio, darle una constitución y darle un gobierno. Todos estos procesos llevarán años, algunos deberán esperar al próximo siglo para resolverse y no faltará quien diga aún hoy que la República todavía se está pariendo. En ese lejano 1916 había una cabal conciencia de lo que estaba ocurriendo a pesar del no acuerdo en que forma de gobierno se debería seguir.
 
El debate de ideas que se da a posteriori, la discusión de la nación que se busca ocurre solo aquí en Argentina, el resto de América transitara carriles mas acotados. La generación del 37 es protagonista principal de este debate intelectual profundo. La construcción de la Nación amerita esta apasionante tormenta intelectual; darse una constitución, desmembrar y volver a unir un territorio, definir un modelo; todos estos procesos se dan en el tiempo y en el espacio y proyectarán a la Argentina hacia el futuro.
 
Tal vez esos afanes utópicos de Belgrano, San Martín y tantos otros prohombres no se cumplieron, no lo sabemos con exactitud; depende del momento y de quien analice estos afanes. Lo concreto es que mucha agua ha corrido por el río de la historia y mucha mas falta transitar.
 
Aquel Congreso adquiere cada día más una dimensión mitológica. Se funda un estado. Se busca una Nación. Se construye una República. Una idea virtuosa y honesta nace ese 9 de julio de 1816. Cada uno de nosotros interpreta esos sueños fundacionales desde su propia decodificación de la historia. Tal vez este 9 de julios, mas de doscientos años después sirva para repensar esos anhelos, vernos en el polvoriento espejo de nuestra historia, decidir si hemos honrado el mandato y definir una posta a entregar a las generaciones futuras.
 
La construcción de la república requiere de un esfuerzo constante y mientras permanezca en la categoría de proyecto será susceptible de cambios: allí la debemos mantener, en la construcción permanente.
 El 9 de julio