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Heraldo Orozco: gracias a la vida Imprimir
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Martes, 23 de Julio de 2019 13:04
Cuando el hombre llegó a la Luna, Heraldo Orozco ya era un cantante carismático que hacía sonreír y bailar a la gente de Trenque Lauquen y toda la región. En sus espectáculos se conocieron parejas, se formaron familias, se hicieron declaraciones de amor pero sobre todo hubo mucha alegría y diversión.
 
A 58 años de sus comienzos y a los 72 de vida, este músico popular trenquelauquense sólo tiene palabras de agradecimiento.
 
Es que la parábola de la vida le permitió a Orozco tener un lugar ganado en el corazón de los trenquelauquenses, y los vecinos de toda la zona, a lo largo de varias generaciones conquistó a grandes y chicos con sus canciones siempre pegadizas, alegres y con optimismo. Y lo hizo desde un comienzo en un mundo blanco y negro en el que la tecnología y los avances de nuestros días parecían ciencia ficción, hasta el presente en el que aún se da el lujo de ser el número principal de eventos privados y fiestas que lo contratan.
 
La semana pasada cantó en una fiesta privada de Tres Algarrobos, partido de Carlos Tejedor; y la anterior en Roberts, partido de Lincoln, donde un señor se acercó y le dijo “no iba a venir, pero mi abuela me dijo que venga porque ella conoció a mi abuelo en un baile suyo”, recuerda la anécdota y lanza una carcajada “es que ya estoy viejo” le dice a OESTE BA.
 
Claro que sus participaciones en la región ya no cuentan  con las numerosas orquestas que lo acompañaron décadas anteriores ni se hacen a toda velocidad como en la era de Fórmula 4 que –dice- llegó a cantar en tres ciudades en la misma noche. Eran otros tiempos, la gente salía y se divertía en bailes, no había muchas opciones y la movida musical era altísima.
 
Orozco pasó por esa etapa inicial, incluso recuerda que él ya cantaba cuando se inauguró LU11. Sus inicios fueron en bailes casi sin luz eléctrica ni amplificación, pasó por orquestas multitudinarias y prestigiosas, grabó en estudios de Buenos Aires, se hizo solista, se adaptó a la etapa de las pistas, sobrevivió a los auges efímeros de la cumbia de los 90 y a la cumbia villera, y ahora  viaja sólo con un pen drive, y la compañía de su mujer Catalina Bianchi con la que está casado hace 44 años.
 
En algunas de esas etapas ganó plata, pero siempre trabajó a la par de su carrera musical. Se hizo la casa y tuvo a su familia. Hoy es un jubilado “con la mínima” ironiza, pero mira hacia atrás con la satisfacción de la tarea cumplida y destaca la carrera de su hija, Silvina, que en estos momentos está cantando en Mongolia para el público asiático, y de su nieta Miguelina que vive en Berlín y hace música y artes plásticas.
 
Heraldo vive en la casa de siempre, y a una cuadra de donde nació y donde se hizo cantante. Su padre era arriero, transportaba vacas a caballo, y su madre planchaba ropa “para afuera” como se decía antes. En la esquina de su casa funcionaba un bar, un bodegón de 4 mesas y piso de tierra, de la familia Palacios donde los parroquianos guitarreaban para amenizar las tardecitas y allí cantó por primera vez la milonga “La leyenda del mojón”. Desde ahí no paró más.
 
“Tenía sólo 14 años y comenzamos a ir a los bailes de Sarmiento y cuando Los Rítmicos me convocaron para cantar con ellos, nuestro grupo de amigos decidió crear nuestra propia banda que se llamó Los Embajadores del Ritmo y nos contrataron para hacer 6 noches en los carnavales de Tres Llantas”.
 
Y aunque pasaron 58 años, la carrea se volvió vertiginosa en la vida de Orozco, y aquí algunos de esos hechos que demuestran esta afirmación: American Jazz lo contrató como cantante y estuvo desde los 15 a los 21 años; luego Luis Piñero “que era un representante de artistas, me convocó para Los Dados Negros” y más tarde llegó Fórmula 4 con músicos de Pehuajó que llegó a grabar en RCA de Buenos Aires y en 1976 formó el cuarteto Palmera con Manuel Orsetti, Coco Bufarini y Pin Llanesa “que tuvo un éxito enorme”. En 1980 se embargó con Alberto Baretta en una gira por Uruguay y luego pasó a ser solista, simplemente Heraldo Orozco y su conjunto, hasta la crisis económica de 2001 donde apeló a las pistas, al pen drive y la historia que ya es conocida.
 
En la época de esplendor, con Fórmula 4 “llegamos a hacer 3 shows en una noche, pero las distancias eran terribles. Tito Mapelli era el chofer, en un Ford Fairlane de 8 cilindros que volaba”. Eran otros tiempos, “la gente salía, se organizaban  bailes en las colonias, la gente vivía en el campo y las mismas cooperadoras organizaban y había bailes multitudinarios y hasta corrían colectivos desde la plaza. Había mucho trabajo para nosotros”.
 
El presente
 
“Siento que la gente me aprecia y me reconoce, yo no tengo derecho a quejarme. Siento el cariño y hoy más que nunca. Tengo el privilegio que Canal 12 me llamó 3 años seguidos para ser jurado de un programa de TV, Radio Omega donde tengo una participación, el Concejo Deliberante me hizo un reconocimiento en 2010 y este año otro a mi hija. Hay que ser agradecido a la vida, pude ser feliz haciendo lo que me gusta y la gente me encuentra en el supermercado y me saluda”.
 
Orozco cree que el público y la comunidad en general han sido muy generosos con él “me pintaron en un mural junto a Ñusta de Piorno y los Indios Tacunau en la Casa de la Cultura como uno de los exponentes de la cultura local, hasta que no se caiga ese edificio estoy ahí”, se ríe.
 
Aunque tiene 72 años, aún recibe llamados para animar fiestas y en algunas se presenta. “Siento un gusto especial cuando me llaman” dice, aunque aclara que el lugar que más le gusta ir a cantar es al Geriátrico Municipal donde lo convocan todos los años. “Ya pedí que me reserven una habitación con vista al Parque” bromea.
 
“Sería un hipócrita si dijera que reniego de la vida, hice todo, soy un agradecido. Ojalá la gente me recuerde con alegría. Mucha gente fue feliz en los bailes, muchos se conocieron, se enamoraron, formaron familias. Mis canciones, en un momento les generó alegría y eso es lo más importante yo no pido nada más”.
 
SU HIJA SILVINA
 
Su hija Silvina está presente en cada frase de Heraldo, le brillan los ojos cuando la menciona y habla más de la carrera de su hija que la propia. Recuerda que en 1996 tenía mucho trabajo, varios bailes, además conducía un programa en Canal 12, otro en un radio y tenía una empresa de transporte. Un estrés tan fuerte que la salud lo sacó de los escenarios durante un tiempo “y mi hija que recién había terminado la escuela se hizo cargo de todo. Desde ahí no paró más”, hoy tiene su propia carrera consolidada y este año el HCD le hizo un reconocimiento.
 
Fuente: OesteBA
 
Heraldo Orozco: gracias a la vida