Ud. está aqui:   Inicio Noticias La Ciudad

Buscá en el Archivo de MasterNews

El Golf: ¿Un deporte de alto riesgo, o un prejuicio de clase? Imprimir
Usar puntuación: / 0
MaloBueno 
Sábado, 23 de Mayo de 2020 19:13
Los deportistas aseguran que se trata de la disciplina mejor preparada para evitar el contagio: se juega en un terreno amplio, con poca gente y la práctica impone una distancia mínima de 3 metros entre jugador. ¿Qué impide que se habilite la disciplina?
 
Desde que arrancó la pandemia, el deporte en sus diferentes disciplinas se transformó en un interesante eje de discusión en torno de los límites impuestos para cualquier práctica al aire libre. La prolongación del aislamiento y los consejos profesionales que recomiendan la realización de ejercicios físicos, impulsó que algunos distritos del interior de la Provincia habilitaran determinadas disciplinas antes que por diversión, como práctica saludable para combatir el encierro.
 
En ese marco, clubes donde se realizan diferentes prácticas, elaboraron puntillosos protocolos con el fin de conseguir el permiso para abrir sus instalaciones a fanáticos del deporte, deseosos de retomar cierta normalidad controlada por las previsiones de contacto frente al contagio.
 
La discusión en torno a los permisos expuso la supremacía de una posición que parece arraigada en los prejuicios, antes que en la realidad del deporte, en algunas disciplinas como el Golf.
 
A priori no se trata de un deporte que suponga, a simple vista, mayor peligrosidad. La característica del juego lo diferencia con otras prácticas en la que sus jugadores se exponen al contacto.
 
Por el contrario, la particularidad que tiene esta disciplina descansa en una premisa: el distanciamiento reglamentario para no perturbar al jugador, en el supuesto de que la casualidad del juego los acerque en el golpe, mientras se dispone a pegar. En la mayor parte del juego, no obstante, cada jugador ‘compite’ contra sí mismo. Pega y sigue el camino hacia el hoyo con un recorrido marcado por su propia pericia, en la mayoría de los casos alejada de su contrincante que suele caminar siguiendo su propio curso a varios metros de distancia sobre un campo extenso con poca concurrencia. Pero si el devenir del juego los acerca, hecho que se da de forma fortuita y en la menor de las veces, la ‘caballerosidad’ deportiva plasmada en el reglamento obliga al rival a pararse a una distancia no menor a los 3 metros de su ocasional adversario para garantizarle tranquilidad a su juego.
 
La particularidad de ser un deporte que se realiza en campo abierto con poca concurrencia y, sobre todo, sin contacto físico, atentó originalmente contra la búsqueda de una salida. En efecto, en general, la mayoría de los clubes no le prestaron mucha atención a la elaboración de protocolos saludables. En las últimas semanas, sin embargo, esa pasividad se modificó y la totalidad de los clubes elaboraron pautas de compromiso para respetar las recomendaciones médicas en algunas facetas del juego en las que la costumbre atentaba contra la recomendación de los infectólogos.
 
En ese plan se estableció, por ejemplo, una validación on line para que los deportistas no se intercambien las tarjetas –es la fórmula habitual de control de golpes: cada oponente lleva la tarjeta de su adversario y contabiliza los golpes hasta el final del juego- e, incluso, la creación de un sistema para que no haya contacto al momento de sacar la pelotita del hoya, al que todos llegan.
En La Plata, el Club Estudiantes elaboró un protocolo para atender las recomendaciones médicas, que estipula, entre otros puntos:
 
• No se permitirá el intercambio de tarjetas entre jugador y marcador, a fin de evitar los contactos (para ello se elaboró un sistema informático)
• Se clausurará el vestuario: solo estará habilitado el uso de piletas, y sanitarios
• Se prohibirá el ingreso de Cadies y de junta pelotas
 
Todas normas que apuntan a evitar el contacto entre los jugadores y salvaguardan las recomendaciones de los profesionales médicos para evitar la transmisión del virus.
 
¿Qué hay detrás de la obstinada reacción de prohibir una actividad que, está probado, no expone a sus jugadores al contacto físico?
 
La explicación gira más en torno a los prejuicios que abundan contra la disciplina. Suele ser una barrera difícil de romper, particularmente en determinado sector de la dirigencia política que debe estudiar los reclamos para habilitar ciertas prácticas deportivas al aire libre. Desde sus orígenes, la práctica del golf está asociada en el imaginario antes que a un deporte, a un momento lúdico vinculado al esparcimiento de la clase alta de la sociedad. La realidad del deporte, sin embargo, dista mucho de esa concepción elitista que perdura en la mente de algunos dirigentes dispuestos a congraciarse con prácticas que consideran “populares”.
 
Es la concepción que anida en dirigentes de peso, como la Ministra de Gobierno de la Provincia, Teresa García, identificada –por convicción- con las necesidades de los denominados sectores populares a los que identifican alejados de ese tipo de prácticas.
Desde hace años en el país y en el mundo el golf se ha transformado, sin embargo, en un deporte sin barreras de clase. Cada fin de semana, en las canchas habilitadas con ese fin conviven trabajadores asalariados, con prominentes empresarios y dirigentes políticos mezclados con famosos de rubros varios, que se acercan a la actividad y comparten el fanatismo por el golf.
 
¿Es el golf un deporte de riesgo, o el prejuicio lo hace “riesgoso” para la mente de la dirigencia anclada en la ilusión de un universo que ya no representa a la actividad?
 
Roberto PAIS. Coordinador del Golf de Estudiantes de La Plata.
 El Golf: ¿Un deporte de alto riesgo, o un prejuicio de clase?