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Tigres, con presupuesto y lujos de club europeo, gastó más de 30 millones de dólares para las finales de esta Copa Libertadores.

 

¿Acaso cuál de los dos finalistas es el millonario? ¿Este River que mientras reacomoda sus finanzas sufre al tener que costear los 300.000 dólares del charter hasta Monterrey o el nuevo rico del fútbol mexicano que, encaprichado con ser el primer club de su país en ganar la Copa, sacó de su billetera un vuelto de u$s 18.000.000 para contratar a tres de sus últimos refuerzos (Damm, Aquino y el nigeriano Uche) y tentó a un francés para que cruzara el Atlántico encantado con su salario? Tigres hizo que el apodo que históricamente acompañó a River quedara desactualizado. Si bien en apariencia es “un equipo Chapo” por lo obscenos que resultan los números que maneja, espiando algunas cifras del gigante que lo sostiene se puede entender este fenómeno: Cemex, propulsora del proyecto para expandir al club, tiene 44.000 empleados en más de 50 países, produce 94.000.000 de toneladas de cemento y sus ventas anuales superan los u$s 15.700 millones.

 

¿Qué le hace un billete más al Tigres, entonces? Nada: por algo le ofreció a Gignac 12.000.000 de euros por tres años de contrato (en Francia se le reducía a la mitad por la deducción de impuestos) o le pagó al Pachuca u$s 8.500.000 en efectivo (más otros cuatro en jugadores) por Jürgen Damm, el segundo jugador más veloz del mundo según la FIFA.

 

Valuado en u$s 50.100.000 por Transfermarket (dos más que River), el plantel de Tigres es el más costoso de México y por su presupuesto podría estar 14° en España, delante del Rayo Vallecano o Getafe, por caso. En promedio, los sueldos de sus futbolistas top superan los u$s 150.000 mensuales. Y no hay límite para los gastos: el plantel viaja en charter hasta para moverse a 100 kilómetros.

 

Obvio que un presupuesto anual de u$s 40.000.000 necesita de ingresos: los 42.000 abonos para el torneo se agotaron dos semanas antes del comienzo, por partido el club vende en el estadio cerca de u$s 200.000 en cerveza y, si bien no hay cifras oficiales, su agresiva estrategia de mercadotecnia, combinada con una hinchada de muy buen poder adquisitivo, lo convirtieron en líder en la materia: en la demandada Tigretienda, que tras la victoria ante Inter tuvo en su puerta 300 metros de cola con los consumistas fans buscando la nueva camiseta, se agotan desde pañales hasta peluches.

 

La contratación de Gignac, sin dudas, también tiene un propósito marketinero: ampliar a Europa el reconocimiento de la marca Tigres. En esa búsqueda tampoco sería para despreciar la repercusión que traería ganar la Libertadores. A los jugadores, incentivo no les falta: si logran dar la vuelta frente a River se repartirían un premio de de u$s 4.000.000.

 

Un número lógico dentro de los números ilógicos que maneja el verdadero millonario de esta final.

 

Fuente: Diario Olé